Hablar del Drogas es hablar de rock and roll, y como no podía ser de otra manera, hablar de Txarrena es hablar de rock and roll químicamente puro. Han pasado ya nueve años desde que nació su homónimo primer trabajo discográfico pero, francamente, ha merecido la pena.

Cuando van sonando una por una las quince canciones que componen el álbum, a uno le va dejando la impresión de que Txarrena es la manera que aprovecha Enrique para dar a conocer los vericuetos más íntimos de su alma y las formas con las que viste sus pensamientos no son otras que un rock potente, sin fisuras y sincero. Sabe como pocos crear un vínculo entre el oyente y el autor con su voz envolvente. Además está acompañado por un excelente elenco de músicos. A saber, Flako al bajo, Txus a la guitarra y Brigi a las baquetas.

En cuanto a lo musical, el disco ofrece cierta amplitud, que va desde la sosegada “Todo lo enamora”, pasando por rocanroles vivaces y coloridos como “Algunas cosas por terminar” o “Así”, o incluso se atreven a juguetear levemente con sonidos más metálicos. En la parte lírica el Drogas se maneja con maestría abordando básicamente temas de amor y desamor. Canciones de amor, con sexo, pero de amor. Sin vulgaridades. Sin cursilerías. Amor crudo y sexo tierno. “Pelea de barro” o “Quiero que” dan fe de ello.

La compacta base rítmica junto a los desboques de guitarra, además de la voz, convierten la obra en todo un discazo, que, aún saliendo en enero, se postula como uno de los mejores del año, sin duda.