Albertucho ha escogido una de las seis emociones básicas, la ALEGRÍA, para dar nombre a su quinto trabajo discográfico. Y este hecho no parece casual, ya que dicho trabajo se compone de once canciones que, como la propia palabra indica, invitan a un estado de altos niveles de energía, placer y optimismo (“lo que quiero es que tú me veas contento” es uno de los deseos que se expresan en la canción “Deja de mandar”).

El disco, grabado entre los meses de febrero y abril de 2012, consta de once temas (y un bonus track en el caso de iTunes), producidos por Alberto Romero (Albertucho) y Pablo Salinas, quien también se ha encargado de hacer las mezclas y la masterización.

Podemos ver en Alegría el resultado de un proceso de madurez profesional, mezclándose en él no sólo la influencia del rock nacional sino también la de estilos más internacionales como pueden ser el blues, el folk o el country. Este mestizaje musical se consigue, en gran parte, con el uso de instrumentos que van más allá de las guitarras eléctricas, bajo y batería. Así, se percibe el sonido del banjo, el dobro o el ukelele (entre otros).

El primer tema coincide con el nombre del trabajo discográfico, Alegría y es toda una declaración de intenciones, una canción de amor a dicho sentimiento, un llamamiento a la felicidad y al buen rollo. Tras este reclamo alegre, encontramos Muertecito estoy de ganas, que refleja, de alguna manera, los aspectos más importantes de la identidad de su protagonista. Las exigencias de un corazón caprichoso son relevantes dentro del tercer tema del disco, Deja de mandar. Tiene que haber de to es el modo que tiene Albertucho de identificarse con todas esas personas que no entran dentro de los patrones sociales establecidos (destaca la mención al alcalde de Marinaleda). El dicho “cualquier tiempo pasado siempre fue mejor” queda reflejado en En vida sin reloj. En el ecuador del disco encontramos La gravedad de la teoría, una muestra de rechazo hacia todos esos valores e ideales que ha ido perpetuando el sistema que nos ocupa, así como la esperanza de poder escapar de este mismo (“por mis cojones que hoy podré volar”). Los sonidos del western habitan en Somos pájaros, una canción en defensa de sus raíces. El country y el sabor de los términos más rumberos habitan en Mi compadre, octava canción de Alegría. En no tener nada, con pinceladas de Neruda incluídas, el autor realiza una reflexión de lo más visceral e introspectiva de su propia vida. Superhéroe de sillon es la penúltima canción del disco (también narrada en primera persona) y oda/homenaje a la magia de la música. Alegría se cierra con Él no murió, la historia de un toro que se escapó de un matadero gallego para, posteriormente, ser indultado.

Alegría. Poco más se puede añadir.