Estatal vs Internacional Por

Raúl “Mr.Virus” García

\"Me fascina comunicar y compartir contigo todo lo que el rock me transmite a través de los medios escritos o hablados, también como Virus DJ en los bares. Es posible que me hayas leído en revistas como Heavy Rock, Metal Hammer o Novedades. Como locutor, la pasión de la radio me entró en vena en 1990 cuando empezó a emitirse desde Madrid y a través de Onda Verde  MISTER VIRUS, programa que  hoy en día puedes escuchar en Tnt Radio Rock. También me puedes seguir junto a Carlos Pina en Radio Vallekas en el programa SI ME LLAMAS, QUEDAMOS..  donde la libertad del pensamiento siempre es certera.\"

Inglés vs. Español o viceversa

Las distintas generaciones han marcado un pensamiento sobre la carencia intencionada o no de la comprensión del idioma sobre lo que la música expresaba antes y lo que igualmente hace ahora, no quepa duda. Del mismo modo que entonces antes de convivir con el euro, nuestra peseta tenía dos partes diferenciadas, la cara y la cruz. Una de esas partes (la cara por ejemplo, que a veces se tornaba cara-dura) venía representada a través de los grupos de nuestro país, aquellos que intentaban llegar a otros mercados o imitarlos sin salir del nuestro, copiando la tendencia molana e internacional de lo que vendía Inglaterra o Estados Unidos, un referente tonal sin duda, pero también en muchas ocasiones, de incomprensión. Si viajamos por ejemplo tres décadas hacia atrás en el tiempo, llegamos a los años en los que muchas bandas nacionales no eran capaces de comunicarse fuera de España y menos sorprender intentando cantar en inglés, porque eran incapaces de pronunciar bien sus canciones en un idioma que se terciaba frío y que se mal aprendían de memoria, es decir, eran actores de una letras inexpresivas, o lo que es lo mismo, de expresiones muertas y faltas de sentimiento. Esto conllevaba cargar con el ridículo en el exterior al intentar comunicarse de una forma a la que no se llegaba y que hacía perder esos dos nutrientes imprescindibles en una composición recitada: la expresión y el sentimiento. Para estos casos, con el idioma se debe nacer, o al menos se intenta convivir en una sincronía de entrega, dedicación y el sacrificio que la enseñanza primeriza te capacita, por eso, de forma paralela en aquellos tiempos, en la otra cara de la moneda (la cruz) estaban situados los oyentes y seguidores, y que con las mismas, como hábito quedaba demostrado en los conciertos de los grupos “guiris” que nos visitaban en gira, que casi nadie se enteraba de nada de lo que nos quería comunicar su cantante (con independencia de lo que quisiera transmitir en sus letras o con sus chistes).

Para los seguidores españoles de los grupos que cantaban en inglés, más antes que ahora, primaba aquello de entender el sentido de sus letras a través de la voz que nos aportaba como si fuera un instrumento más, porque así estábamos educados. Y que no quepa duda que la armonía de la voz y la manera de manejarla de por sí es un instrumento más, pero antes, era más habitual que la temática de sus letras te llegaran del mismo modo que Steve Vai intentaba hablarte con su guitarra.

Hoy en día es más fácil que entendamos lo que quieren transmitir los grupos con sus letras, por eso apoyamos más a grupos de aquí o a los grupos de fuera de forma determinante según lo que nos transmiten en sus letras, aunque a veces nos aporten más cuando ignoramos lo que nos dicen o nos cantan porque así lo preferimos. Ejemplos cercanos son el seguimiento que hacemos a grupos que se expresan en otras lenguas españolas como el eusquera o el catalán, pero también ocurre con otros idiomas menos próximos como lo son el alemán o con el que nos encandilan otras formaciones que cantan en dialectos o lenguas muertas manteniendo todo el folclore de sus leyendas (así lo hacen algunas bandas de pagan metal). A estos artistas los respetamos sin saber mucho más de lo que nos comunica la rotundidad de sus instrumentos, donde las estructuras de las canciones, los vestuarios de su puesta en escena y la parafernalia de sus performances en vivo consiguen hacer que sea la auténtica expresión que nos atrapa, sin importar que cantan, que les duele, que reivindican, o a quién quieren asesinar.

Por ello, hoy en día, en los tiempos que nos toca vivir, en donde uno nace sabiendo lo que escucha en voz de un grupo, a veces es mejor hacer oídos sordos a algo que se entiende perfectamente, y dar el visto bueno a su música en general, porque tantas estupideces cantadas hemos aplaudido en contra de nuestros principios, que de saberlo, incluso a lo mejor nos hubiéramos desligado de esa gran banda que tanto nos aportó, inspiró e incluso nos enamoró. Y con las mismas, a la inversa, he de decir que la carencia de la comprensión de un buen tema en inglés, con toda seguridad nos ha privado de la sabiduría y los grandes relatos de fantásticos compositores, a los que con nuestra incultura les hemos despreciado sus ideas, valorando más su tendencia sonora. En cualquier caso, la música es tal y la letra que porta, cuando se incluye en la misma no deja de ser una referencia más de un buen o mal tema, se entienda éste, o nos lo pasemos por el forro del… oído.

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Kike Turrón

Kike Turrón, además (y al margen) del grupo en el que anda metido, llamado Turrones y que para primeros de año grabarán su primer disco, sigue publicando libros de relatos (ya tiene dos: “Al domador se lo tragaron las fieras” (2007) y “Por el retrovisor” (2010), además de los disco-libros “Nadie come del aire” (Subterfuge Recordos, 1998) y “B.N.C.A.” (GOR, 2001) que venían acompañados de los discos de King Putreak). Durante 13 años formó parte de King Putreak, con los que grabó tres discos. También puedes encontrar artículos suyos (firmados con su compañero de profesión Kike Babas) en diferentes publicaciones rockeras estatales (las revistas Zona de Obras, Rock Estatal y Pagina-1 y el portal manerasdevivir.com), y, por supuesto, un buen puñado de biografías a grupos patrios: Los Enemigos, Reincidentes, Boikot, Rosendo, Siniestro Total, etcétera.

Guiris versus Piel de Toro: una reflexión

Hola, me llamo Kike Turrón. ¡Caray con el temita que se nos plantea!, es tan inabarcable y tan poco concreta la cuestión que, uff, no se para donde tirar.

Quizá tendríamos que hacer un poco de historia, retroceder en el tiempo y averiguar en qué momento se empezó a hacer rock en este país. Creo que nos situaríamos en los años sesenta (más o menos), pero, claro, ahí se estaba copiando lo que nos venía de Estados Unidos, y cuando digo copiando, más bien quiero decir interpretando, intuyendo. El rock como fenómeno social se presentaba allí, la mayoría blanca lo aceptaba, convulsionando al mundo entero, incluido este terruño vecino de África.

En aquel país, los USA, desde 1920, ya se estaba haciendo blues, incluso ya estaba electrificado desde los años cuarenta. Todos sabemos que el rock viene, en gran parte, por culpa del desarrollo de este género afroamericano. Aquí, en los años cuarenta, Conchita Piquer empezaba una prometedora carrera, pero poco tenía que ver ni con el blues ni con los negros ni mucho menos con el rock and roll. Si analizamos todo esto, observamos que los que hablan en inglés nos llevan una ventaja de la hostia en esto de hacer rock, es más, creo que ya nacen con un gen dentro de ellos que les hace entender y hacer el rock de otra manera.

Lo que pasa es que el rock and roll (y todos sus adyacentes, más rápidos, menos ruidosos, blanditos o reivindicativos) es igual que lo que sucede con el cepillo de dientes, cada quién tiene el suyo y lo usa a su manera o, en el caso extremo, no lo usa, es decir, no le da importancia al rock y prefiere otras cosas. Dejaremos ese segmento de peña aparte.

Creo que estamos en deuda con el rock guiri, seguro, de todas todas. Su gen está a años luz del que nosotros hayamos podido desarrollar en estos cincuenta y pocos años de rock. Lo que también está claro es que en ese espacio de tiempo en este país hemos hecho los deberes muy bien y hemos logrado un sabor propio que, ¿por qué no decirlo?, ningún guiri nos podrá aportar, a estas alturas ya no. A estas alturas tenemos cancionero patrio que hace sombra a muchos grandes americanos, del mismo modo, tenemos mierdas comerciales que eclipsan su basura más vergonzosa.

Es lo que tiene esto de la música, esto de ser creador, esto de dedicarte a componer: uno jamás partirá de cero cuando se planteé hacer una canción, pues el cerebro ya estará lleno de cosas (léase influencias) cuando a uno se le ocurre hacer “eso”, y todas esas “cosas” interferirán en el producto final al que llamaremos canción. En los principios y ahora, siempre estará el que quiera usar la referencia guiri como axioma ante el que arrodillarse, pero, claro, plagiar tiene sus riesgos. Luego estará el que tome nota de todo lo que lleva dentro y lo acople a la altura de sus circunstancias. Ahí, bueno, si sale mal y no gusta, pues se cambia la estrategia y se comienza de nuevo. Pero retomemos lo que he dicho hace un momento (cuando uno se plantea hacer una canción el cerebro ya está lleno de cosas), ja, pero claro, ¿qué cosas? ¿Qué le gusta a cada quién? ¿Qué extrae uno de cada cosa que pasa por sus sentidos?

En los noventa esta cuestión de inglés/castellano era menú en las entrevistas a grupos de aquí. Un montón de bandas empezaron a cantar en inglés con total naturalidad, incluso algunos admitían que para lo que tenemos que decir, mejor hacerlo en inglés que suena mejor y no se entiende. Pero, claro, los referentes de aquellos descarados grupos, en efecto, no decían nada en sus letras. En estos casos yo pensaba: para escuchar a estos que copian a aquellos, me quedo con aquellos, que para algo empezaron antes. Además, pensaba que, en la letra, podían lograr la diferencia con el resto de grupos de su quinta y, de este modo, sobresalir y, quizá, triunfar. Pero no, se lo hacían en inglés.

Sé que es un desafío eso de hacer una canción, pero es que eso precisamente debe ser, un puto desafío, tratar de sacar algo de ti, algo que al juntarlo con un ritmillo, te haga sentir orgulloso. En fin, rasgar algo de tu gloria y plasmarlo en una letra, estrujar tus buenos y malos recuerdos y apuntalarlos para siempre delante de un micrófono. Y si vivimos aquí, pues creo que es obligado hacerlo en el idioma que manejas, ya sea castellano, euskera, galego, catalán o lo que sea… ¿pero inglés? Si es difícil decir algo emocionante en castellano, ¿en inglés? ¿Un idioma que no trabajas con soltura?

Yo lo separo. No juzgo lo que se hace aquí y lo que se hace en el mundo sajón, se que cada uno tiene sus propias circunstancias… creo que hay cosas que me avergüenzan de ambos lados y cosas que me flipan de los dos idiomas. Mis años escuchando música me han hecho ser cauto y darle varias oportunidades a las cosas que caen en mis manos. Le tengo tantas ganas al nuevo disco de Tom Waits como al de Jorge Ilegal y Los Magníficos, admiro tanto a Los Bichos como a Kim Salmon, veo igual de capacitado a Jimmy Hendrix que a Raimundo Amador, tengo tantas ganas de ver en directo a Wilco como a Nacho Vegas, en mi coche suena tanto Extremoduro como Muddy Waters, me merece el mismo respeto Kiko Veneno que Bob Dylan y me temo que ellos jamás tendrán un Evaristo, un Sabina, unos Leño, un Albert Pla, un Manu Chao o un Robe Iniesta, ni nosotros un David Bowie ni un Leonard Cohen, ni unos Aerosmith o unos Beatles, unos Eels o unos Led Zeppelin. Creo que tanto en inglés como en castellano, se trata de hacer algo que sea guapo, que a la peña le de qué pensar, que te haga sentir y así poder evocar tu propia existencia pero en boca de otro. Y para eso no hay que liarse mucho sea en el idioma que sea, ¿o sí?

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Chema Granados

Chema Granados es escritor y periodista, especializado en rock estatal. Colaborador de la revista de tirada nacional Rock Estatal. Es autor de los libros "La Calle No Calla. Una Historia Del Rock Urbano En España" publicado por Quarentena Ediciones, y "Las Voces Malditas. Hablan los Músicos De Rock" publicada digitalmente con licencia Creative Conmmos. Ademas, dirige y presenta el espacio radiofonico Rockcultura que se emite desde Radio Enlace, en el 107,5 de la FM. Como vocalista ha editado el EP "Tributo A Los Sueños" junto a la banda ANTIGUA.En Septiembre de 2010, funda ROCKCULTURA PRODUCCIONES, una agencia de managemant y producción con PAN DE HIGO, DULCE NEUS Y ANTIGUA formando parte del Staff.

¿ROCK ESTATAL O INTERNACIONAL? LOS HABITOS DE CONSUMO DE LOS ROCKEROS EN ESPAÑA

Existe un intenso debate en torno al hecho de la influencia y el consumo de bandas de rock extranjeras, no solo más allá del Atlántico, sino también de las provenientes del mundo anglosajón y de Alemania, y en alguna medida, como el metal, de los países nórdicos. Bien es cierto que nuestro país se incorporó demasiado tarde al mundo del rock, cuando esta cultura llevaba varias décadas de desarrollo en su lugar de origen. Yo no tengo ninguna duda al respecto. Las bandas extranjeras tienen un plus de credibilidad y de aceptación. En parte es lógico, ya que hubo un tiempo en que todos llegamos a tomar contacto con la cultura rock a través de bandas extranjeras. Además, la esencia y la razón de ser del rock, la inventaron ellos. Nuestra memoria musical, y nuestra identidad, por ello, está sustentada sobre las bases de los grandes grupos que nos llegaban de USA, Inglaterra o Europa. Con el sistema democrático, la semilla del rock comenzó a crecer en nuestro país gracias a la inquietud de muchos músicos que encontraron en este tipo de manifestación, la manera de expresarse con contundencia y pasión, además de proporcionarles un canal que se ceñía su manera de pensar y de sentir. Esta probado el hecho de que, en origen, comenzamos imitando a los grandes monstruos del rock como Led Zeppelin, Deep Purple, Black Sabbath, Uriah Heep y demás bandas, que aportaron la mecha y el fuego para la explosión. Con el paso del tiempo fuimos evolucionando, dando forma a nuestra particular manera de entender el rock, sazonándolo con nuestro particular carácter, nuestras ilusiones, nuestras particulares problemáticas y nuestros sueños. Sin embargo, nunca hemos crecido en igualdad de condiciones respecto de las bandas extranjeras. Primero, por la falta de medios económicos que ha lastrado la evolución del rock en España. Hay mucho talento en nuestro país, muchos grandes músicos, algunos incluso mejores que los de fuera, pero no tenemos capacidad de arrastrar a los aficionados frente a los grupos extranjeros por esa falta de medios. Segundo, por el acoso y derribo de los medios de comunicación oficialistas, y esa moral social que ha menoscabado considerablemente nuestro poder de acción. Y tercero, por un absurdo complejo de inferioridad frente a lo que llega de fuera, y el hecho de que siempre tendemos a minimizar nuestro mérito equivocadamente, y pensamos absurdamente, que lo que se hace aquí no tiene el valor y la importancia de lo que nos llega de fuera. Quizá sea la ignorancia, basada en el desconocimiento, la causa de este mal endémico. No creemos en nosotros mismos. Y esto reduce expectativas, anula criterios y esconde la realidad, aparte de resultar muy injusto. Así es que cada día asistimos al lamentable espectáculo de contemplar como los conciertos de los grupos extranjeros se llenan, mientras que las bandas de nuestro país tienen verdaderos problemas para subsistir. Lo más terrible, es que estos grupos llegan, hacen caja y se marchan a su país llevándose nuestro dinero para ampliar sus fortunas personales, mientras abocamos a los nuestros a la miseria más injusta. Y lo peor de todo es que lo vemos normal. Luego están los prejuicios. No tenemos visión de amplitud. Somos sectarios. Hace no mucho Judas Priest actuó en directo en una de las galas de “American Idol”, el programa de donde se inspiró la saga de Operación Triunfo en España. Tuvo lugar en Los Ángeles, USA, ante más de 20.000 personas que abarrotaban un descomunal teatro. Rob Halford, no desaprovechó la ocasión para promocionar la gira de la banda por el país. Si esto lo hace en este país un grupo como Marea, por ejemplo, saliendo en OT, lo de Ramoncín en el Viña Rock se queda corto. En definitiva. Tenemos que entender que los nuestros nos hablan de tú a tú, que luchan por encontrar su espacio, que trabajan superando muchos escollos, dejándose la vida en los escenarios y en la carretera, y que necesitan que sean valorados y escuchados. Necesitan que les entendamos. Pero sobre todo, necesitan que el público abra los ojos y se detenga un momento a sentirlos como algo propio que hay que cuidar y alimentar. Representan el futuro de nuestra felicidad.

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