Lo primero que llama la atención en un grupo como Viga es su extensa trayectoria (la formación data de 1981, si bien entre 1993 y 2003 desaparecieron) jalonada únicamente por tres trabajos discográficos. El último de ello, este “Electrokalambrera” recientemente publicado y cuya reseña nos ocupa. Imaginamos que más de un contratiempo y más de dos dificultades a lo largo de todo este tiempo habrán sido las responsables de que el grupo cuente en su haber y pese a su dilatado historial con tan escasas referencias discográficas, todas ellas editadas en los últimos siete años.

Viga es una banda que enarbola la constancia por bandera y que parece destilar honestidad, pasión y fe por su trabajo y eso se nota en el resultado final. Así, estos trece temas que componen su “regreso a la ciudad” caminan en esa dirección, y creo que responden perfectamente a las expectativas que cualquiera de sus seguidores podría demandar de un grupo como este.

Esto es así porque ellos han sabido mantener con rotunda vigencia aquellos que son sus referentes musicales más propios y característicos remozándolos con pinceladas y formas más actuales y hasta si se quiere consistentes. Algo en lo que la figura de su ahora vocalista Isaak Palón parece haber tenido mucho que ver, aportando un registro más potente y dotando de una mayor esfera de solidez a las nuevas canciones. Baste un botón de muestra escuchando “Corruptor de almas” o “Señor político”, entre otras muchas.

El resto de miembros de la banda han sabido caminar en la misma dirección, con esa combinación de fidelidad al pasado y ambición presente también imprescindible en una banda de las características de Viga. Así mismo el sonido conseguido de cara a la grabación de este “electrokalambrera” contribuye a la quizá inevitable robustez sonora que los oídos exigen en estos tiempos. Desmarcarse del todo de ese territorio que le es propio y propicio no les hubiese resultado rentable en ningún sentido, de ahí el aplauso por querer y saber explorar el que se me antoja mas suyo, siempre con el fin de mantener sus rasgos en base a una identidad propia. Y todo ello pese a los cambios de formación y puede que por ello, al menos en cierto modo, también estilísticos.

Los que conozcan a la banda por sus anteriores trabajos editados sabrán lo que pueden encontrarse en ese su último disco: rock ochentero, dirán algunos, clásico según el criterio de otros. En todo caso rock forjado a golpe de entusiasmo y ganas. Irreverente, cínico (“El mundo de mis sueños”) y descarado por momentos (“Morir por el rock”), también crítico (“Maldito héroe”), emotivo (“La vida” o “Amaneció gris”) en algún que otro pasaje y por supuesto divertido. Con ese punto canalla y sarcástico que en cierto modo viene a caracterizar a la banda como tal.

El disco cuenta con numerosas colaboraciones de lujo, tal es el caso de José Barta, de aquellos añoradísimos por muchos Júpiter. Tete Novoa, vocalista de Saratoga, desde hace tiempo uno de los grupos bandera del heavy metal nacional. Miguel “Cachorro” prolífico guitarrista de entre otros grupos como Panzer, Harakiri, Chino Banzai, Coz. De quienes incluyen una versión del ya mítico “Más sexy”. También Nacho Mur hace acto de presencia, así como Carlos de sus compañeros de Zinkin Prim, quienes parecen haber aportado además el sello de Zinkin Prim Discos para la edición de este CD autoproducido por lo demás, que tras tres años de silencio devuelve de forma merecida y en justicia a los Viga a la actualidad discográfica.