Definitivamente no parecen ser estos los mejores tiempos para un subgénero como es el del metal épico, el cual tuvo su momento de máximo apogeo a partir de la irrupción en escena de aquellos primeros Hellowen, llegándose a consolidar inmediatamente después gracias a los trabajos de grandes bandas como Blind Guardian, Stratovarius y Rhapsody entre otros. El porque de este hecho quizá podría encontrarse en el agotamiento de su propuesta, o más simple aún, en la necesidad real o inducida que tiene el público de dejarse atrapar por nuevas propuestas musicales.

Más allá de las modas, Mandrágora Negra nos presenta este primer larga duración de título "Sueños de Realidad". Un disco que de forma muy acertada recoge el legado de aquella escena y demuestra que quizá cuando algunos podrían estar ya pensando en la defunción de aquel estilo lo renueva llenándolo de vigor y actualidad plena, con permiso de las nuevas tendencias dentro del metal.

Su contenido por ello supone una agradable sorpresa, y una verdadera bocanada de aire fresco que se traduce en un espectacular sonido de lo más actual, unas letras que no desconectan con la realidad sino que se ven inmersos dentro de la misma pese a esa influencia figurada y hasta épica por momentos, y unas canciones en definitiva que condensan estilo, vigor y sensibilidad con un común denominador como es la melodía. Capítulo al cual contribuye majestuosamente la versátil voz de su vocalista Moisés Montero que logra facturar un impresionante papel en lo que a su instrumento se refiere. En realidad todos los miembros de la banda contribuyen a facturar un disco sorprendentemente maduro tratándose del primer disco de la banda.

Su calidad instrumental es indiscutible, la aportación vocal a la que inmediatamente antes aludíamos también lo es, el mismo diseño del libreto y del CD en su conjunto acompaña a la presentación de este primer e impecable primer disco de los guipuzcoanos Mandrágora Negra.

Canciones como "Tocando el cielo" o "Sueños de realidad" suponen una perfecta combinación de fuerza y melodía, a la altura de muy pocas bandas en este país que sin demasiada fortuna se limitan a repetir esquemas mil veces manidos hasta la extenuación sin aportar la personalidad que estos logran, y que con un poco de fortuna y algo más de atención debería sin duda situarles a la altura de los grandes del género al menos dentro de nuestro país como puedan ser los sempiternos Saratoga o Warcry.

Un ejemplo de la versatilidad tanto vocal como instrumental de esta banda la encontramos en canciones como "Gritaré" o "Brahim" que sin duda suponen algunas de las cotas más altas dentro de este disco que merece de forma absolutamente objetiva el calificativo de apoteósico.

En total nueve canciones de sirven de carta de presentación para un grupo al menos discográficamente novel pero rebosante de categoría y cualidades excepcionales. Si el metal épico tiene algún futuro en este país es seguro que éste pasa por las manos de entre otros Mandrágora Negra.