Cuarta entrega del grupo asturiano de death metal melódico, con toques grindcore en muchas partes de sus canciones, tocando desde el 2003 y que mantiene desde entonces a cuatro miembros originales.

Su sonido recuerda a las bandas nórdicas, un sonido melódico con una voz muy atronadora y desgarrada, pero con una personalidad propia y bien diferenciada, ya que suena igual de bien pero además tienen el añadido de mantener en algunas partes el sonido metalcore de sus inicios y todo ello cantado en castellano y con una velocidad y calidad envidiables.

Suele decirse que un grupo cañero madura cuando es capaz de tocar temas más lentos y complicados además de su caña característica, y atendiendo a eso, podemos decir que el grupo ha madurado y presenta unos temas muy completos, que incluyen tanto partes rápidas y furiosas como partes más lentas y densas, muy bien hecho y sin perder su esencia y fuerza.

El mejor ejemplo de esto sería el corte En nombre del honor, con partes lentas y rápidas, y una mezcla de voces desde las desgarradas hasta las agudas punzantes, un tema muy completo.

Las canciones que más me han gustado han sido 7 veces y Una lápida sin cementerio. La primera, con mucho solo de guitarra, mezcla esa caña que tiene el grupo con una velocidad instrumental y unos estribillos con un ritmo en las guitarras muy bueno y cambios de ritmo constantes. La segunda es la más bestia del disco, un doble bombo animal y una voz aguda y gritona, que no deja a nadie vivo. Mucha cera y un corte ideal para el directo.

Otro tema destacable por sus características sería Déjate guiar, con un inicio más metal y una voz que aunque fuerte no es tan desgarrada como en otros temas, un estilo más clásico, pero sin perder su estilo.

Un gran disco, evolucionado y preparado para asaltar la escena del metal nacional y diría que internacional si saben moverse bien.