The Brains con su disco “Zombie Nation”, The Silver Shine caídos del cartel por problemas con su manager durante la gira, los puretas Phantom Rockers y los cabeza de cartel Reverend Horton Heat, jueves noche, de dos a tres cuartos del Estraperlo llenos, se respira Psychobilly Invasion de la mano de la promotora HFMN.
Empiezan The Brains, desde Canadá, y pronto entendemos por qué fueron votados como mejor banda de punk del año por el Montreal Mirror y desde luego tocaron al nivel de su mejor disco, “Zombie Nation”.
Seguidamente los británicos Phantom Rockers mantuvieron una gran intensidad durante todo el show y pusieron el público a punto de caramelo para la entrada de los Reverend Horton Heat acabando con la versión del clásico “Tainted love” a la que tienen acostumbrados a sus seguidores.
Acto seguido, Jimbo, contrabajista del power trío, sale al escenario y se empiezan a oír los primeros comentarios y ánimos mientras que Jim va calentando el motor vintage de su Ford Galaxie antes de bajar al escenario. Finalmente aparece, se enfunda su Gretsch signature y meten la quinta empezando fuerte con “Psychobilly Freakout”, “400 Bucks”, “Baddest of the bad” y sin dar un respiro al público dice que es tiempo de tomar un Martini (“It´s Martini time!”, canción que da nombre a su cuarto disco) y empieza el pogo, dónde cada elemento aporta su grano de arena: Tamaño ideal de la sala, buen número de asistentes, entrega de éstos y feeling con la banda. Todo entra en comunión mientras suena el “Big little baby” más unas alusiones a Johnny Cash culminando la jugada en versión de éste. El público está encendido y dispuesto a darlo todo con temazos como “Galaxie 500” o “J.I.M.B.O.” y viendo tocar al Reverendo encima del contrabajo de su compañero en las mismísimas narices del público.
Llega el momento de recuperar aliento para un bis que hizo temblar más de una pierna. Cambios de instrumento entre el Reverendo y Jimbo, y una batería atronadora (a cargo de Paul Simmons) daban paso a una potente y fiel versión del “Ace of Spades” de Mötorhead para acabar a lo grande con “Big Red Rocket of Love”, que ponía la guinda a un gran concierto.
En la puesta en escena hay que decir que lo dieron todo, musicalmente excepcionales y muy bien compenetrados. Dieron espectáculo con movimientos incitantes a mover el esqueleto que supieron conducir a los asistentes a disfrutar con ellos de la fiesta. Quedó patente el hecho de que no son precisamente unos principiantes en esta escena y cabe elogiar la gran actitud de éste trío estadounidense y su más que notable estado de forma encima de los escenarios. Sin duda, una apuesta segura para los amantes de la buena música.
- Kristaps AncÄns
