¿Cómo empezar una crónica por el final? Se promete como última canción del concierto "Ljósið" y Ólafur ese chico desgarbado y blanquecino mortimer que hasta ahora ha estado pulsando el piano, comenta entre sonrisas; "esta canción trata de bañeras, no, en serio, me encargaron un canción para un anuncio publicitario, ok, ¿por qué no?, enséñame el cheque y te doy una canción, así que les hice una canción para bañeras, no les gustó, dijeron que no era suficientemente estúpida..."
Y es que la música de este islandés navega entre aguas más bien poco profundas pero lánguidas como la mala niebla. Llamarlo neo clasicismo suena algo pretencioso,¿música para ascensores? (a no ser que sea para subir al último piso y saltar por la azotea) naaaah, quizás demasiado simplista; una suerte de música contemplativa, a grandes trazos melancólica; y es que es difícil no dejarse llevar e imaginar fríos paisajes islandeses en cámara lenta, postales para el mejor tráiler cinéfilo, aunque la canción haya sido escrita para un anuncio de bañeras. Ólafur Arnalds lleva ya nueva referencias entre discos, EPs y bandas sonoras, ahondando en esta propuesta.
Como él bien explica no viene de una educación clásica musicalmente, dicen las malas lenguas que fue batería de una banda Hardcore tiempo ha, y quizás eso haga que la masa gafapasta se haya decantado ahora por fijar sus oídos en su música pese a llevar ya multitud de discos editados, y es que la expectación entre el público olía más a propuesta para artisteo, parejitas y gayers que a un interés sobrado en antelación por escuchar su nueva pieza en forma de EP llamada "Living Room Songs".
Pero ojo, la propuesta presentada por Ólafur no vende aire, o quizás sí, pero te lo empaqueta y envuelve como si fuera un precioso tesoro, algo que querrás guardar y mirar en esos días de lluvia.
Con tan solo un violín y un chelo acompañando su lento pulsar al piano y colchones por samplers, fue sucediendo lo premeditado, un teatro Apolo más teatro que nunca, con sus butacas llenas en silencio absoluto y dejándose llevar por la contenida y emotiva tensión musical, al menos los acalorados aplausos al final de cada canción así lo demostraban.
Fueron sucediéndose las canciones de su último disco grabado en una suerte de semi improvisación en directo en su estudio, (si alguien se ve interesado puede verse en Youtube sin pagar una króna, "Fyrsta", "Near Light", "Film Credits" y otras como "Poland" de la banda sonora creada para la película " Another Happy Day"). Se le podría achacar vaguear en terrenos ya tuneados por Brian Eno y sus congéneres, pero y ¿a quien le importa?, creo que entre a los allí presentes a ninguno. Si bien el repertorio se pudo hacer algo corto, aún incluyendo una improvisación, que sonó más a relleno que a premeditación, y un solo de violín; quizás debido a que este fuese el primer concierto de la gira, primera actuación con sus dos nuevos compañeros y primera vez en Barcelona, la anterior y única en España fue en Murcia.
Así el paquete se fue envolviendo poco a poco, entre paisajes y melancolía, y es que sentados, aunque en incomodas sillas, te ibas dando cuenta de estar viviendo un momento especial, un momento para disfrutar y recordar, y que los que no se arriesgaron a acudir a la llamada que la gente de "Caprichos de Apolo" hacía una vez mas y que tantos buenos momentos nos está dando, no sabrán apreciar; además el hecho de solo permitir a los reporteros gráficos realizar su trabajo durante la tercera canción, la más electrónica en cuanto a instrumentación y bases, permitió a los presentes y a quien escribe dejarse llevar, aparcar la Nikon en la mochila y dedicarse a ¡solo contemplar la música!, esa suerte de acción que se está perdiendo víctima de las insufribles ganas del personal de guardar cada segundo en horribles y borrosas imágenes captadas con móviles que nunca volverán a ser revisadas jamás.
Y terminaremos al revés, con la primera canción de la noche, con un tímido Ólafur presentándose al público, escondiéndose detrás de su piano y pidiendo que los presentes al unísono vocearan en la medida de cada uno, primero un Do y luego un La, samplearlo y colocarlo como base para la pieza, entre risas y aprobación se supo ganar al publico lisa y sencillamente. Y es que si en death los suecos lo hacen mejor, en pajillismos icelandic do it better.
Lo dicho uno de esos momentos para llamarse Agustín en domingo; si al salir del Apolo hubiese estado lloviendo y oliese a hierba húmeda habría sido ya perfecto.
- Beatriz Marin