EDITORIAL: ¡Que suene, por favor, que suene!

Jorge Jimenez
Jorge Jimenez,

Jorge Jiménez - A Jorge lo de la música le viene por pasión, como a tantos madrileños del barrio de Tetuán, su barrio, de finales de los setenta. Estudió y trabajó como técnico de audiovisuales, y con los años creyó que debía embarcarse en su propia aventura. 

A día de hoy, además de redactar en un portal pedagógico, regenta, junto a sus dos socios, La esquina del zorro: una librería y centro cultural en Vallecas cuya pretensión es acercar la cultura a los vecinos e involucrarlos activamente en sus múltiples actividades

 

Vivimos tiempos oscuros que dirían unos del Norte, tiempos de decadencia moral e institucional, corrupción y tiranía de los mandamases; tiempos de crisis profunda, de intensas protestas populares y manifestaciones como la que tendrá lugar mañana mismo, día de la huelga general y que uno ya no sabe encontrarle todo el sentido, ni tan siquiera si será un toque de atención para los políticos o el detonante de otra insulsa discusión electoralista, una lucha, la de esos partidos políticos, que está consiguiendo minar la moral colectiva del Estado. Vivimos inmersos en definitiva, te guste o no, en el ocaso de un sistema y su correspondiente orden social; ahí es nada.

Por triste que parezca, son pocos los rayos de luz que atraviesan esta inmensa oscuridad: el sexo prohibido, la actividad vocacional esté mal o mejor pagada, e incluso una buena conversación regada con unas latas de cerveza heladas, en un parque a ser posible, para que el sabor vedado del botellón, adorne la pequeña reunión de colegas con una dosis de ilegalidad tan estimulante como necesaria. Benditas sean todas ellas y esas muchas otras que os vengan a la cabeza, pero permitidme, eso sí, que hoy ensalce la música, ese rock de la radio, el del reproductor del coche o el que sale a toda hostia por los auriculares del mp3 cada mañana y que por sí solo es capaz de alegrarte el día, ese género con mayúsculas que muchos vivimos con pasión y forma parte indisoluble de nuestras vidas.

La crisis que para Andy y Lucas ha hecho limpieza porque había mucha porquería y hoy cualquiera sacaba un disco al mercado (20 Minutos, 4/03/2012), esa misma que ha propiciado que la venta de discos caiga en España y Estados Unidos casi un 70% (El Mundo, 11/07/2011) , o que para Paco López, director de Attraccion, hace de la situación actual la más catastrófica del pop español porque los Ayuntamientos no pueden pagar los cachés tan abusivos de hace unos años, y que Mónica Naranjo cataloga como panorama terrorífico (El Mundo, 8/02/2012), es la misma que asola el rock, pero afortunadamente nosotros estamos hechos de otra pasta.

Problemas haberlos, haylos, y puede que demasiados, seguro, pero que conciertos como la presentación del festival Aupa Lumbreirias cuelgue el cartel de aforo completo el pasado febrero, que los conciertos de rock programados para una ciudad en una fecha concreta se multipliquen, que los portales especializados tengan un número considerable y en alza de visitas, que casi diariamente sepamos de nuevas formaciones y la aparición de nuevos trabajos autoproducidos o que músicos, gente de los medios, promotores y público nos unamos para analizar la situación actual en jornadas como las de "Rock es cultura" en noviembre del año pasado, hablan de un género y una gente que quiere mantener viva la llama a pesar del hastío, una pasión que se mantiene y se mantendrá mientras exista una nueva canción.

Ojalá la mayoría de vosotros entienda estas palabras a modo de estímulo, nunca como el análisis simplón de una realidad tan compleja como la del rock en la actualidad. A veces puedo pecar de ingenuo o de estúpido, pero hoy en absoluto lo pretendo, porque lejos del catálogo de mis defectos, creo que tú y yo compartimos un deseo, el de que esto siga sonando, por favor, que nunca jamás deje de sonar y que todos lo apoyemos de la mejor manera posible. Nos vemos en los conciertos.

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