ESPECIAL: Un hombre desnudo con un Kalashnikov

Un hombre desnudo con un KalashnikovEmpiezo a pensar que he descubierto algo que nadie sospecha: dentro de cada uno de los rockeros del mundo habita un poeta. Sí, se que es difícil de creer, muy fuerte, ya sé, pero empiezo a pensar que en verdad es así.

Creo que todos conocéis a Indio Zammit, el que fue cantante de Tarzán y su puta madre (ocupando piso en Alcobendas), el punki más punki del foro, el mismo que ahora gestiona la sala Gruta 77 y asegura conciertos rockeros en Madrid.

Al Indio Zammit poeta me lo descubrió un amigo común, Francisco Cenamor, otro punko, éste de Leganés, que ahora es un magnífico poeta. Me dijo

tío, lo vas a flipar.

Y lo flipé.

Aquel primer libro de poemas que leí en 2008 tenía por título Elegí fracasar. Un año antes eso mismo puse yo en el epílogo de un trabajo que me estaba consumiendo. Que me estresaba y me deprimía, que me ahogaba. No, no estaba dispuesto a dejarme la piel por un curro mejor pagado, por ser el amo del calabozo. Dejé aquello y decidí, yo también, volcarme en la literatura: elegí fracasar.

Pasa el tiempo y pasan los libros, los suyos y los míos, hasta que hace unos días cae en mis manos este hombre desnudo con un kalashnikov dispuesto a cargarse a todo dios y a todas las malas conciencias. Un poemario irreverente, mordaz, deslenguado, graciosamente irrespetuoso, cachondo, pendenciero. En resumen: un poemario tan punk como aquel Indio de los 80.

Un hombre desnudo con un KalashnikovUn hombre desnudo con un Kalashnikov nos muestra el alma de un músico y poeta que quisiera vivir en un mundo mejor y más libre, en un mundo diferente. El poemario está plagado de anticristos, de borrachos y perdedores, de mitómanos y adictos al sexo (y sí, también, al amor). Encontraremos en sus páginas homenajes al rock y al bourbon, gritos al cielo ("el mundo es una mierda"), cicatrices y balas, y mundos inhóspitos llenos de lunes sin cerveza.

Disfruto con el gusto por el juego del Indio Zammit. El juego que se manifiesta hasta en el aspecto formal de la obra, cuando la divide en ocho partes y cada una de esas partes resulta ser un verso de un gran poema titulado "Comer mentira", otra metáfora más del libro.

En resumen, amigos, esta es una buena oportunidad para descubrir al poeta que habita en Indio Zammit y no, no habrá sorpresas, siempre que no estéis en el punto de mira de su aparato.

Como el mismo autor nos dice en el último poema "todo está muy bien colocado, en su sitio", y esa es la impresión que tengo al acabar de leer el libro, la de que todo tiene su sentido. El gusto final en la garganta es ácido y salado, como el sabor de la sangre. Un sabor que todavía paladeo días después, con placer.

¡Salud & Rock´n´roll!

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