Habrá quienes puedan considerar que ya quedan lejos los tiempos en que mil y un héroes de la guitarra entraron a cobrar un inusitado y quizá también desmedido protagonismo a partir de la masiva publicación de algunos de sus respectivos discos, que más que otra cosa parecían auténticos tratados de destreza y habilidad destinados a conseguir sacar a cual más pecho y demostrar así a sus inmediatos competidores quien podía llegar a ser el primero de entre sus iguales. Una especie de trepidante pelea de gallos en medio de la cual pudieron merecidamente destacar Yngwie J. Malmsteen, Joe Satriani, Steve Vai, Richie Kotzen, Vinnie Moore, Marty Friedman, Jason Becker… tantos (la lista sería extensísima) Cualquiera de ellos y en según qué momento no dudaron en sacar a relucir cada uno sus teñidas y presuntuosas crestas y por supuesto sus poderosos y temidos espolones en forma de velocísima púa.

Lo cierto es que en su momento muchos de ellos fueron acusados de haber iniciado una delirante carrera sobre el mástil y contra el tiempo en detrimento del sentimiento que otros magos de las seis cuerdas si sabían imprimir de manera magistral a sus trabajos, dotándolos de la misma calidad si no más, y colmándolos a su vez de una intensidad y una emoción envidiables, pero sin menoscabo alguno del necesario feeling, a partir del cual poder transmitir al público oyente algo más que esa desmedida velocidad tan característica entre los corremástiles de la época.

Seguramente tanto quienes en aquel entonces los encumbraron a los altares como quienes los condenaron a las galeras de la descalificación y los prejuicios, pecasen de idéntica subjetividad. Y lo más probable por tanto es que en la opinión de unos y de otros haya la misma o parecida proporción de verdad que de mentira.

Este “No eyes”, es el disco que después de un dilatado catálogo de maquetas anteriores presenta a Fran Soler en sociedad, y pareciera querer hacer confluir ambas tendencias en un mismo artista, y además demostrar que una y otra pueden estar presentes y ser igualmente protagonistas dentro de un mismo álbum. La destreza de este joven guitarrista, que firma para si todo el álbum, queda patente a lo largo y ancho del mismo, compuesto en su casi mayoría de temas instrumentales donde casi resulta obvio decir que la guitarra se revela como el elemento predominante y decisivo, aunque eso sí, quedando perfectamente integrada en la estructura de cada una de las once canciones que componen este primer álbum. “Countdown to midnight” con un extraordinario trabajo de los teclados de Javi Díez a lo largo del mismo y una importante influencia neoclásica, o “Out of the darkness”, en la que resulta brillante el fraseo de guitarras; ambas dignas del mejor Joe Satriani, son las dos piezas que lo abren y que creemos, sirven para certificar la veracidad de nuestra argumentación. “Train to dreams” se mantiene básicamente dentro de las mismas coordenadas. “You” es un tema que rompe en gran medida con los anteriores para acercarse a tesituras más hardrockeras aunque igualmente melódicas en las que encontrar el adecuado feeling parece una necesidad. No será está la única vez que el álbum discurra por este territorio sonoro. Es el caso de “February on my mind” cuyo mismo título ya deja entrever el guiño que el murciano le hace al recientemente fallecido Gary Moore con aquel “Friday on my mind” que el irlandés versionara para uno de sus más aclamados discos. Musicalmente recrea con absoluta perfección el estilo y la manera de componer de aquel que fuera uno de los más grandes guitarristas que ha dado la música, ya fuese en su etapa hard o posteriormente en aquella otra decantada hacia el blues. Un sentido y más que acertado homenaje. “Hide” es un breve corte interpretado de principio a fin a capella con la guitarra y que antecede a “Revelation”, el cual mantiene la tónica descrita en anteriores títulos, incluyendo algún que otro intervalo que lo sitúa dentro de tesituras cercanas al progresivo. Para casi finalizar con “Walking between the flames” donde el murciano hace un verdadero despliegue instrumental en el que es sin duda uno de los temas más variados y con más cambios de ritmo del disco.

De las solo tres canciones no instrumentales sobresale la interpretada por Sherpa, quien también se encarga de escribir la letra de una emotiva “Negras sombras”, la cual supone un verdadero lamento interior ante la estremecedora y cruel realidad. Conviene reseñar de Fran Soler es el guitarrista de la banda de Sherpa. La entusiasta “20 años” es la segunda de las canciones cantadas, en esta ocasión por Manuel Soler. Mientras que Carmen “Xina”, vocalista de los celebradísimos Oker, interpreta el último de los temas del disco “Ningunos ojos”, en formato acústico, siendo sin duda el más desnudo y uno de los más emotivos de cuantos lo componen. Un cierre que da cuenta de la variedad y la versatilidad de un artista polifacético como es Fran Soler.

En definitiva un disco bien hecho, bien construido, bien elaborado en su grabación a manos de José Rubio, y que viene a intentar satisfacer, ojalá que así sea, la demanda de quienes gustan deleitarse y disfrutar con trabajos eminentemente guitarreros e instrumentales, éste en gran medida los es. Teniendo además la particularidad de saber conjugar estilos y formas que Fran Soler desde su virtuosismo nos demuestra no ser excluyentes sino perfectamente compatibles. Tú dirás, yo creo que sí.