Son muchas las bandas que luchan diariamente y desde hace años con el propósito de auparse con el objetivo de ocupar un lugar privilegiado dentro de aquel llamado “Trono del Metal” nacional, pero quizá ninguna lo merezca tanto como Warcry. Ellos son portadores de una trayectoria tal que les hace ser merecedores de tan abultado reconocimiento. Lo son por mantener desde que surgieron como banda una trayectoria impecable, en medio de la cual han sido capaces de registrar algunos de los álbumes más representativos dentro del estilo.

Atrás, muy atrás quedan ya los tiempos en que con la salida de Victor Garcia y Alberto Ardines del grupo Avalanch, se ponían los cimientos de la que en la actualidad insisto en reconocer como la banda más solvente del panorama metálico de este país. Uno tras otro sus discos, sobrados de calidad y repletos de himnos, han ido contribuyendo al indiscutible éxito y engrandecimiento de un grupo cuyo número de seguidores y repercusión no han dejado nunca de crecer, haciéndolo de forma directamente proporcional.

Este es un grupo que nunca, en ningún momento ha dejado de reconocerse en si mismo, y que en ningún momento ha dejado de ser fiel a sus postulados originales, lo que les confiere una autenticidad y un valor incuestionable. Máxime cuando esa fidelidad no se ha traducido en un estancamiento, ni les ha hecho introducirse en un desafortunado bucle carente de creatividad. Más bien todo lo contrario.

Si nos pusiésemos a buscar la razón de ese indudable reconocimiento quizá habría que empezar por valorar su demostrada calidad tanto compositiva como interpretativa. O tal vez se pueda encontrar en esa mezcla de canciones que saben combinar un trasfondo épico en lo músical con unas letras instintivas y emotivas, crudas por momentos pero siempre vitalistas y entusiastas.

Quizá la clave pase por la suma de lo uno y lo otro. Mantenerse a ese nivel creativo, así como conservar cuando no acrecentar la comunión entre grupo y público no debe ser fácil después de una tan dilatada carrera discográfica. Sin embargo y pese a tal dificultad este nuevo disco “ALPHA”, octavo en la lista, mantiene todos los elementos propios y característicos, lo que hace de él un trabajo, otro, nuevamente impresionante. Lo cual hará mucho me temo que la fidelidad de los seguidores se mantenga sin fisuras.Hacía ya tres años de la última entrega de Warcry, y la espera lejos de defraudar considero que logra colmar las mejores expectativas y deseos de quienes gustan del inequívoco estilo propio practicado por estos cada vez más internacionales asturianos. Diez canciones, todas ellas excepto una, compuestas en su totalidad por Victor García (la que resta “Apariencias”, viene firmada por su guitarrista Pablo García) son las que se incluyen en este nuevo trabajo editado como en la mayoría de sus anteriores entregas por JAUS Records.

Cualquiera de las canciones recogidas en este nuevo lanzamiento resultan sobresalientes y por tanto perfectamente destacables, pero haciendo un rápido y somero repaso por ellas, decir que “Alma de conquistador”arranca el disco con la fuerza y la intensidad que caracteriza al grupo, “La muerte de un sueño”, “Tan fácil”, “Amistad” o “Ardo por dentro” (rítmicamente vertiginosa, y líricamente quejumbrosa) cuentan, empezando por sus estribillos, con todos los ingredientes para convertirse en verdaderos clásicos de la banda. La desgarradora “Cobarde” se asoma al fenómeno del maltrato contra las mujeres para lógicamente criticarlo. No menos emotiva resulta “Recuérdalo”, una balada que rezuma sensibilidad en todas y cada una de sus sílabas y notas. “Apariencias” y “Todo es infierno” quizá supongan el contrapunto más pausado dentro de la lista de canciones. “Libre como el viento” ya explícita desde su mismo título sirve para cerrar este magnífico trabajo, y pareciera ser una especie de queja en voz alta y un decidido ejercicio de autoafirmación.

En definitiva, Una vuelta a la actualidad discográfica por la puerta grande como es costumbre y como no podía ser menos: todo un nuevo acierto y una auténtica demostración de brillantez y buen resultado, como al que nos tienen acostumbrados.