Tercer trabajo discográfico propio para esta banda madrileña que reivindica orgullosa y ajena a cualquier tipo de complejo el metal más ochentero y por tanto más auténtico, visceral y primitivo.

Tras escuchar este "Sol naciente" lo primero que se percibe es la absoluta ausencia de cualquier tipo de influencia más o menos ajena al estilo matriz de la banda. Tanto que podría decirse que de existir un certificado de autenticidad en lo que al metal se refiere Ciclón contarían muy probablemente con la patente en este momento.

Y es que escuchando este trabajo editado a través de Leyenda Records uno no puede más que reconciliarse, si no lo estaba ya con anterioridad, con un estilo que como siempre decimos, si bien no recibe en el momento presente el favor del público como si pudo pasar en otro tiempo, bien merece ser tenido en cuenta por imperecedero más allá de las volátiles fórmulas que impone la moda en según cada momento.

Ciclón reivindica como grupo una manera de hacer música que les dota de autenticidad, pese a lo que puedan opinar quienes consideren este estilo que tan soberbiamente defienden más propio del paleolítico musical que de la realidad de nuestro tiempo. No importa, ese es un debate que no se sostiene y mucho menos después de escuchar las diez canciones de las que se compone este extraordinario álbum de auténtico heavy metal, sin etiquetas, adornos ni florituras.

Y es que este es un disco que rezuma amor por lo que en él se contiene. Con una producción acorde a lo que se quiere transmitir, es decir actual pero reconociendo en ella el regusto por lo añejo. Muy acertado para un disco como este que parece estar orientado a ese acto de reafirmación propia a la par que colectiva. No olvidemos que el espíritu de pertenencia a una comunidad como es la del heavy metal es una característica ineludible para quienes forman parte de esa escena. Siempre fue así y las letras de Ciclón hacen más de un guiño a esa expresión colectiva.

Basta escuchar "Palabras de acero" para reconocer la invocación descarada a la vieja escuela, o "Rock and roll" afirmativa a la par que autocrítica. Cualquiera de los temas tiene absoluta cabida dentro del concepto de este trabajo, que insisto es el concepto de un estilo mismo. "Caballeros del rock" está hecho para ser coreado a voz en grito por sus más fieles seguidores. "Manos siniestras" no escapa de lo anteriormente dicho, con momentos de una innegable épica sumado a una letra no exenta de contenido crítico.

"Criaturas de la noche" homónima al gran clásico de los Kiss, más allá de un riff realmente certero, posee igualmente un estribillo pegadizo y contagioso. También en "Salvaje" se perciben todos los rasgos reconocibles e imprescindibles dentro del género en su concepción más clásica y por tanto alejada de los manidos dragones y las consabidas espadas que presidieron el estilo en los últimos tiempos hasta agotarlo. De ahí que se agradezcan canciones como "Sol naciente" que aúnan realismo y una cierta épica aunque sostenida en todo caso.

El disco se cierra con lo que aspira a ser un himno, interpretado para ello por artistas ineludibles dentro del género: China de los magníficos Oker, Javier Endara de otros indiscutibles dentro del estilo en la actualidad como son Wild, Silver frontman de los siempre imprescindibles Muro y el todopoderoso Óscar de Lujuria.

En definitiva, un disco que se nos antoja sincero, creíble, auténtico y duradero más allá de la época en que ha sido editado puesto que sus rasgos lo hacen atemporal.