La banda madrileña nació en 2000, pero no es hasta 2011 cuando consolida su formación, y ahora nos presentan su álbum de debut, grabado en Madrid y masterizado en Nashville, Tennesse.

El trío ha logrado un primer trabajo de muy buena factura, con un estilo que varía entre el rock duro y el metal, recreándose en medios tiempos densos con una base rítmica profunda, interesantes solos de guitarra y buenas historias reflejadas en sus letras.

El disco consta de diez canciones, aunque la primera y la última son la misma, una intro, con lo que se nos queda en ocho.

La plaga es el primer corte, el tema más rápido y vertiginoso, destacando las guitarras, que nos deleitan con un ritmo infernal y un buen solo. Al haber un sólo guitarrista tienen un hándicap en los solos, ya que el sonido se queda un poco vacío, pero no es problema, ya que el bajo y el baterista lo solventan muy bien.

Un tema de los mas cañeros es Melancohólicos, que en su parte central se desacelera, se ralentiza bastante, en una base rítmica densa y oscura, momento en el que aprovecha el guitarrista para marcarse el solo y terminando con la misma caña con la que empezó, demostrando sus cualidades para cambiar de ritmos y registros musicales en una misma canción.

Con El Mesías o Canción para matar retoman el metal basado en los riffs y la batería contundente, demostrando que es el estilo en el que mejor se mueven. En partes de las canciones parece que están improvisando, igual están a toda velocidad y se paran, luego meten un solo, un desorden ordenado, muy del jazz.

En disco termina con los cortes Desenfreno acompasado y Absurda prisión, en los que apreciamos también los cambios de ritmo, como si fueran canciones independientes dentro de un mismo tema.

Un buen disco que necesita más de una audición para quedarse con la esencia y grandes aptitudes compositivas e instrumentales del grupo, un grupo nada convencional con una propuesta bastante sugerente.