Quinta edición del GarridoRock, que en esta ocasión divide en tres días, separadas entre ellas por un mes, las actuaciones. Los conciertos han quedado agrupados por estilos y en la primera cita le tocaba el turno al metal. Con un cartel de primera compuesto por Cripta, Sonora, Calibre Zero y Downfalls Doctors, tenían la difícil papeleta de hacerle competencia, desde Madrid, a uno de los últimos festivales de la temporada, el Aúpa Lumbreiras.
Quinta edición del GarridoRock, que en esta ocasión divide en tres días, separadas entre ellas por un mes, las actuaciones. Los conciertos han quedado agrupados por estilos y en la primera cita le tocaba el turno al metal. Con un cartel de primera compuesto por Cripta, Sonora, Calibre Zero y Downfalls Doctors, tenían la difícil papeleta de hacerle competencia, desde Madrid, a uno de los últimos festivales de la temporada, el Aúpa Lumbreiras. Ganó el festival y por desgracia fuimos demasiado pocos los que acudimos a Gruta’77.
A última hora se produjo un vuelco en el orden de salida al escenario, permutando las posiciones Sonora y Downfalls Doctors, con lo que la banda paralela de Kosta y Grass (ambos de Boikot) abrieron la noche.
Con la melodía de la archiconocida banda sonora de la película El Padrino, Sonora empezó su espectáculo. Una descarga llena de furia y rabia a base de guitarrazos, scratches, samplers, la batería ametrallando y la voz de Lou. Su base metalera fluctúa y se acerca al hardcore, al rap o al punk según demande la composición, lo que sin duda evita que se repitan demasiado las estructuras. A todo ello acompañan los tintes árabes que le da la cantante en algunas canciones. Aparte del potente sonido que desprenden, las letras de carácter social y reivindicativo en su mayoría, dan un punto aun más visceral al conjunto. En el setlist no faltaron “Espaldas mojadas”, “La ley del silencio” dedicada a las JMJ, “No hay color” del grupo Grass, donde militaron Kosta y Grass, “Transmutación” con problemas en el segundo micro que nos privó de oír cantar al DJ, “Lenguas de Rata” con la que finalizaron, y “Staying alive”, divertida y cañera versión del clásico discotequero de Bee Gees.
Un show compacto en donde se ve a la legua las tablas que todos sus miembros poseen sobre el escenario.
Les siguieron los madrileños Cripta, que gozaron del punto más alto, en cuanto a afluencia de público, de la noche. Con “Tiempos de inquietud” rompían el silencio. Aunque a las primeras canciones al sonido le faltó volumen, rápidamente lo corrigieron dejándonos disfrutar plenamente de los poderosos riffs de guitarras que gastan. Raúl a la voz y a la guitarra no paraba de animar al público, entregado de antemano, y de pedir la colaboración directa de este para que cantase parte de las letras. “En movimiento” dio paso a “El emigrante”, versión de Celtas Cortos bien llevada a su terreno, y que cantaron a dos voces bajista y cantante. En el camino por su discografía no olvidaron “Voy fumao” de su primer álbum, o “Asesino” del segundo. Afrontábamos ya la recta final y cayeron “Necesito estar en pie”, “Si no es por ti” y “Algo tendremos que hacer”, con la que concluyeron. De nuevo se hace patente que la experiencia es un grado en esto de los conciertos, y los Cripta no escatimaron fuerzas para ofrecer una gran actuación.
Después se produjo un hecho que se mueve entre lo desolador y lo inexplicable, pues parte de los espectadores abandonaron la sala. Inexplicable pues quedaban aún dos bandas de calidad y desolador porque el panorama desanimaba al más valiente.
Aún con todo, Calibre Zero, con su poderoso rock motorheadiano, capearon el temporal. Ritmos acelerados de batería, precisión al bajo, potentes riffs de guitarra y voz cruda caracterizan el sonido de la banda. En el escenario el cuarteto se centró sobre todo en su nuevo trabajo “Muerde la vida”, del que no faltaron temas como “Es tiempo de reaccionar”, “Mil veces repetirán”, “El humo de la confusión “, “Sin actitud (no hay rocanrol)”, “Impunidad” o “Si yo creo en ti (y tú crees en mí)”; aunque no olvidaron del todo el resto de su discografía, incluyendo en el setlist “Mentiras”, “Yo digo bien” 
o “Rock hasta morir”. Con esta última pusieron fin a una actuación notable. Lástima la poca gente y por consiguiente la poca participación.
Y para acabar la velada quedaban por salir Downfalls Doctors, de los que confieso que no conocía. Su estilo apuesta por un rock menos metalero que los grupos anteriores, pero que por momentos bebe de diversas fuentes conformando una amalgama cuanto menos curiosa. Sufrieron al igual que Calibre Zero la poca cantidad de espectadores, pero aunque algo más tímidos, superaron la situación. Entre las canciones que sonaron se atrevieron con “Dig up her bones” de Misfits, que algunos recibieron con agrado.
Primera de las tres partes del GarridoRock, con sabor agridulce, pero con ganas de más. La próxima en un mes, más o menos.
