Permítanme una licencia de entrada; fuimos muchos, prácticamente la Caracol al completo, y nada nos hizo sospechar a los que estábamos ese 23 de febrero, que la sala sería clausurada por la Administración días más tarde. Hoy la ciudad se ha quedado un poco más huérfana y eso me obliga a empezar esta crónica de forma muy diferente a lo habitual. Sean cuales sean los motivos, tenga quien tenga razón, comienza a ser preocupante la larga lista de salas de música en directo que se cierran en este Madrid.
El denominado Wild Riot Tour, que arrancaba con ese concierto, no es más que la gira conjunta que se han montado los Disidencia y los Gérmenes. Una fórmula esta, la de los bolos conjuntos, que de unos meses a acá se va repitiendo con cierta asiduidad y, por qué ocultarlo, no siempre con la mejor de las fortunas. Sin embargo, volver a ver a unos renovados Disidencia después de su minigira latinoamericana y a los sevillanos Gérmenes presentando un trabajo tan potente como su "Game over" tenía su aquel, y vaya si la noche lo mereció.
Debruces, con una puntualidad exquisita a las 21:00 de la noche, abrieron el espectáculo para un público al que costaba entrar a la sala. El directo de los madrileños va cogiendo empaque y fuerza en cada una de sus actuaciones y, la que nos ocupa, fue un ejercicio de energía y buen hacer. Interpretaron temas de sus dos trabajos publicados hasta la fecha ("Con Trastes" y "Nunca muere") y defendieron al grupo como a una de las opuestas más claras del futuro del rock. No me extrañaría verles en breve en el escenario principal de los festivales más grandes, pues sin duda lo merecen. A la media hora de salir al escenario, ya tenían el ambiente bien calentito y listo para los Disidencia. Pena la entrada gradual de público, pero los que estaban allí podrán decir que Debruces se dejan disfrutar, y cómo.
Disidencia empezaron con fuerza y con un repertorio en el que no podían faltar canciones que con los años están a la altura de los grandes clásicos. Hablo de temas como Palestina, Cubateo's Culture, Pásame la priva, Sin retorno, Horizontes de libertad, A contracorriente, Ojo por ojo, Todos ustedes parecen humanos, Israel IV Reich, Indiferencia, Preso de la vida, Hablarán las piedras, Todo va mal (canción que cantó Alberto), El árbol, y el cierre y broche final, A todos ellos.
Hay que decir que, si bien el sonido no fue el plato fuerte de la noche e incluso el grupo tuvo ciertos problemas en la parte final del concierto, sus tablas sobre el escenario y el gancho de la última parte del setlist hicieron el resto. No cabe duda: a los Disidencia se les ve muy cómodos sobre las tablas y la vuelta les ha sentado muy pero que muy bien.
Y antes de continuar con lo que fue una estupenda velada de rock and roll, decir -al igual que hizo Txus- que las traductoras al lenguaje de signos en traducción simultánea se lo curraron en mayúsculas. Un ole para ellas: y es que no solo tradujeron letras, sino también sentimiento y ritmo. Chapó.
Para cuando saltaron los Gérmenes al escenario, la sala estaba obviamente a rebosar y el ánimo a altas cotas, igual que la temperatura del local. Uno empezaba a preguntarse por qué no había dejado el abrigo en el ropero...
Los sevillanos abrieron con potencia, estrenando ante el público los temas de su nuevo disco Game Over y compaginándolos a la perfección con temas de los de siempre. Así a las nuevas Igual de mal y Culpabilidad les siguieron clásicos como Cual cultura, Lucha sin armas, para continuar con un poco de todo, entre otras: Punkandroll, Ya soy libre, En nuestro reino, Desde el puente, Otra vez en tus manos, Impotencia, No pudo ser, Agarra la vida, Treinta años sin luz (en la que saltaron al escenario Debruces), Mar etílico, Huele, El mundo al revés, Tragando sin escupir, Sangre, M.A.Sh y La suerte. La ausencia del guitarra Jaime no se hizo notar.
Al día de hoy, a unas semanas vista del concierto, nos queda un sabor agridulce con la noticia del cierre de la sala por parte del Ayuntamiento de Madrid. Ignoramos cuanto durara la triste persecución a los directos en esta ciudad, pero si la Wild Riot Tour hubo de ser nuestra despedida de la mítica Caracol, creo que mejor imposible.
- Jorge Jimenez