Tarde de miércoles en Madrid que prometía una gran tormenta de decibelios, cañonazos, agudos imposibles, baterías atronadoras y guitarras infernales a cargo de los daneses Volbeat y los estadounidenses Iced Earth. En principio dispares en sus planteamientos iniciales pero que juntos se complementaron y lograron que pasásemos una velada inolvidable.
Saltaban los de Tampa al son de "Plagues of Babylon" con un tercio de la sala ocupada por espectadores, aunque no conviene olvidar que era día laborable y la hora de comienzo quizá un poco temprana. El recinto se fue llenando progresivamente mientras transcurrían los minutos.
Resultó una gran sorpresa ver a una banda con una trayectoria tan consolidada como Iced Earth haciendo de teloneros de Volbeat, pero para ver a los americanos como cabeza de cartel no tendremos que esperar mucho, pues en enero vuelven para presentar su nuevo disco.
Seguían sobre el escenario a golpe de riff con "Dystopia" con un Stu Block ganándose toda la atención del público, no solo con su voz, sino con sus movimientos y poses, demostrando que como frontman está tan a la altura como lo está de vocalista. Llegó "Dark Saga" que fue muy bien recibida a la que siguió la cañera "My own savior" en la que Stu pidió circle pit aunque finamente quedó en un tímido pogo. Una nueva bastante lenta, "If I could see you", después de saludar al respetable y con los dedos marcando la señal de la victoria descerrajaban "V", en la que el cantante ocultó su rostro unos momentos con la careta del protagonista de V de Vendetta y en la que la teatralidad de la escena, temazo aparte, constituyó uno de los momentos álgidos del show.
"Burning times", muy bien recibida, y sobre todo la coreada "Watching over me" servían de preámbulo a la traca final que llegaría con una apoteósica "Iced Earth", no sin antes unos "Scream for Volbeat" que el público respondió gustoso. Un tema final en el que no faltaron vaciles de voz entre vocalista y espectadores y a la que se sumó en un tramo Michael Poulsen de 
Volbeat a la guitarra, levantando aún más al respetable.
Gran actuación de los de Florida que convenció sin estridencias y que dejó un gran sabor de boca y enormes ganas de volver a verlos a principios de año.
Se apagan de nuevo las luces, suena "Born to raise hell" de Motörhead y con los focos enfocando al público se da la bienvenida a Volbeat mientras suena la instrumental "Let’s shake some dust" a modo de intro. Clamor generalizado y empiezan con "Hallelujah Goat", con un Poulsen hiperactivo que cantaba en todos los micros que estaban repartidos por el escenario. Les siguieron "Guitar Gangsters & Cadillac Blood" y "Radio girl" entre coros, botes y pogos de la gente agradeciendo la entrega del grupo y celebrando cada nota de las canciones. Esto prometía. Gritos de "Volbeat, Volbeat" acallados con un "Silence!" y una sonrisa cómplice del cantante antes de afrontar una más tranquila del nuevo disco: "The nameless one". Recordatorio a Johnny Cash y el público se volvió loco con la aclamada "Sad man’s tongue", a la que siguieron "Lola Montez" y "Heaven nor Hell", en la que volvieron los gritos de "Volbeat, Volbeat" está vez callados con un "Bahhh, shut up", en un gesto casi de timidez.
Era el turno de la rocanrolera "16 dollars", en la que a la mitad se pidió a las mujeres, que en buen número poblaban la sala, se subieran a hombros de sus acompañantes para corear y dar palmas desde las alturas. Riffs muy metaleros daban la entrada de "Dead but rising" y los ritmos más pausados de la siguiente, "Fallen", tranquilizaron al personal, que pasó a dar palmas y corear "oe oe oe oe" al más puro estilo futbolero, gesto que agradecieron desde arriba del escenario con un "Thank you very much". Para "The mirror and the ripper" se pidió un cirle pit y sus deseos fueron órdenes, montándose uno bien grande en el centro de la sala. Con la siguiente, "Pearl Hart", llegó de nuevo la tranquilidad y continuó con "Maybellene I Hofteholder", hasta que llegó la vez del single del último álbum "The Hangman's Body Count", que sonó brutal y recibió una calurosa acogida.
Se llegaba ya a la parte final del concierto y comenzaron los acordes de "Evelyn", el temazo que canta junto a Barney Greenway de Napalm Death, pero quedó en un amago, finalizando precipitadamente con un berrido del propio Poulsen. A partir de ahí empezó un ameno vacile entre público y banda, interpretando trozos de piezas míticas como "Holy diver" de Dio o "Run to the hills" de Iron Maiden. En un momento el vocalista pidió intercambiar la camiseta con alguien que ocupaba las primeras filas y que resultó ser una de Judas Priest, y para celebrarlo se arrancaron con "Breaking the the law". Seguía la diversión con algunos trozos más rockandrolleros hasta el "Ace of spades" de Motörhead y a su término se pasó a presentar a la banda, en la que está como nuevo miembro permanente el ex Anthrax Rob Caggiano. Con estas y tras decir que la camiseta de Judas le quedaba muy apretada, se enfundó en una nueva con la que homenajeó al recientemente fallecido guitarrista de Slayer, Jeff Hanneman. Procedían después con el supuesto último tema: "Still counting", en la que se sucedieron circle pits y 
pogos en un derroche de sudor y adrenalina.
Abandonaron la escena durante muy pocos minutos y regresaron para los bises que reclamaban desde abajo. "Caroline leaving" fue la primera y dejó algo fríos a los asistentes aunque con la siguiente, "Doc Holliday", retomaron el pulso y las ganas de botar. Y, ahora sí, llegaba el turno de la última que no fue otra que la cañera "Pool of Booze, Booze, Booza" y que sirvió para que la gente soltase, al que le quedaba, el resto de fuerzas.
Grandioso concierto el de los daneses demostrando que haciendo las cosas bien, con mucho esfuerzo y apostando por innovar, todo ello acompañado con una muy buena puesta escena y complicidad con el público, es posible llegar donde uno se proponga.
