CRÍTICA ALBUM: Tony Solo - Las fases de la luna

Tony Solo - Las fases de la luna

1-Unidos Para Siempre 2-Juicio Final 3-Mejor Que Nadie 4-Las Fases Se La Luna 5-A Tí 6-Llueve otra vez 7-El Malo Del Cuento 8-Rumbo A Ningún Lugar 9-No Sé 10-Dicen 11-Instinto Animal

  • Tony Solo
  • «Las fases de la luna»
  • (Leyenda Records y Odín Producciones)

Tony, el que en otro tiempo fuera vocalista de Sangre Azul (sin duda, uno de los grupos más importantes del hardrock nacional allá por la década de los 80 y hasta su disolución en 1992) está de vuelta. “Las fases de la luna” es su flamante primer y único disco hasta el momento. Lo que hace meses andaba de boca en boca sin dejar de ser más que un futurible rumor ahora es su fantástica carta de presentación, publicada por fin después de un basto tiempo de silencio discográfico, al margen de alguna que otra colaboración puntual y esporádica aparecida en los últimos tiempos.

Ha tardado, tanto que ha hecho falta esperar nada más y nada menos que 22 años para poder escuchar de nuevo la voz de este fabuloso artista, firmante en su día y junto al resto de componentes de aquella imprescindible banda, de tres de los mejores trabajos editados en la década que les vió nacer. Discos aquellos que uno tras otro contribuyeron como pocos a engrandecer un estilo, que si bien hoy no goza del recio protagonismo de antaño, sigue reclamando su merecida condición de imperecedero.

Alguien podría pensar que la más que dilatada y contrastada trayectoria de Tony podría servir por si misma para avalar un disco de éste en solitario, pero nada más lejos de la realidad. “Las fases de la luna” es un álbum solvente de principio a fin, y lo es no en virtud de los innegables réditos del pasado, sino gracias a la perfecta reubicación y actualización de un artista que ciertamente y dicho en sus propias palabras “sigue en pié” al más alto nivel y con inmejorable criterio.

El resultado final de este reciente trabajo que firma con el nombre de Tony Sölo, certifica tal propósito y merece ser tenido en cuenta no como un ejercicio de nostalgia, puesto que no pretende invocar fantasma alguno del pasado, sino como un disco absolutamente eficaz, a la espera de ser descubierto tanto por parte de quienes del mismo puedan hacerse una idea preconcebida como por la de aquellos otros que frenados por los prejuicios duden en algún momento acercarse a la obra. Lo que es incuestionable es que este es un disco repleto de lucidez y autenticidad en el que se intuyen sabiduría y experiencia, alma y corazón.

Once son las canciones (todas ellas compuestas por el propio Tony) que integran este álbum coeditado por Leyenda Records y Odín producciones, y cuya excelente producción musical corre a cargo de Jacobo García y Joaquín Padilla, miembros ambos del grupo Iguana Tango, auténticos mentores de este trabajo, como lo fueron de aquel “Edgar Alan Poe. Legado de una Tragedia”, opera rock publicada en 2008, y en la que Tony participó junto a un buen número de artistas del mundo del rock. Se dice que fruto de aquella especie de cameo surgió el ánimo de llevar adelante este primer disco de Tony en solitario, el cual después de algunos trámites y esperas debidas, ve ahora la luz. Por tanto, puede decirse que ambos son los responsables de la acertada y esperadísima por muchos vuelta del vocalista y compositor a la actualidad discográfica.

Celebrado sea por tanto este regreso en forma de disco repleto de ilustres colaboraciones, entre las que conviene destacar entre otras la de todos sus antiguos compañeros en Sangre Azul, que aportan su granito de arena en diversos momentos del mismo, o el imprescindible Sherpa de Baron Rojo con quien consigue crear un sobresaliente dueto gracias a “Institnto Animal” canción que sirve para cerrar el álbum.

En todo caso éste es un trabajo presidido por el fabuloso timbre de voz de Tony, este siempre fantástico vocalista, que muy a pesar del tiempo conserva intactas sus mejores cualidades. Por no hablar de un gusto exquisito a la hora de abordar la composición de cualquiera de esos once temas, todos ellos perfectamente destacables, puesto que suponen una auténtica lección de melodía, fuerza y emotividad. Conviene reseñar la impecable labor vocal, tanto la suya propia como aquella relativa a los coros, en los que destaca junto a otros la participación de Augusto Hernández (ex Hamlet) o Julio Rubio (ex Elyte) contribuyendo a un resultado excepcional de los mismos. Igualmente se percibe una cuidadísima labor instrumental, repleta de arreglos, detalles e impresionantes matices que merecen ser escuchados con atención y que contribuyen a engrandecer el resultado último de este trabajo.

Unas letras introspectivas, íntimas y desgarradoras por momentos, en parte y por eso siempre próximas y cercanas hacen de éste un trabajo perfectamente accesible a todos los que sepan y quieran acercarse para disfrutar en toda su dimensión del rock melódico sentido y hecho con absoluta solvencia e indudable calidad. Ojalá que muy pronto podamos ver trasladado al escenario la magia y la complejidad que encierra este soberbio trabajo. Yo personalmente lo estoy deseando.

  • Emile Henry

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