Para contar la historia de Malos Tragos uno debe viajar hasta la frontera que separaba la década de los 80 y los 90. Una época en la que se empezaba a dejar atrás los convulsos años de la transición y en la que dos chavales deciden montar una banda de punk en Barcelona. Tras mucho trabajo, actitud y superando abandonos en la formación consiguen sacar adelante dos discos, “De ninguna manera" (1992) y “Autosuficiencia denegada” (1994). Con ellos y un sinfín de conciertos en la espalda, entre ellos una gira española de Manowar, alcanzan un notable reconocimiento. Sin embargo en 1998 y con un tercer disco ya grabado y que nunca vio la luz, su carrera se queda parada durante más de diez años. No obstante la vida, que a veces tiene la delicadeza de hacer justicia, les brinda una nueva oportunidad en 2011 y pueden continuar la historia. Bien, aquí vuelven, con todos ustedes, los Malos Tragos.

El disco que nos ocupa se titula “En esta locura” y se compone de quince canciones más una versión, y lo primero que llama la atención es la cuidada presentación: un digipack muy trabajado y mimado con un CD serigrafiado como si de un vinilo se tratara. Precioso.

Unas sirenas y gente gritando consignas sirven para abrir el primero de los temas, titulado igual que el disco “En esta locura”. Es un tema punk, rápido, movido y con mucha fuerza. La letra recuerda a aquellas canciones, sobre todo del Rock Radical Vasco, que nos hablaban de abusos policiales en las manifestaciones. Tristemente sigue vigente. Una buena carta de presentación, no cabe duda.

En “La prostitución española” se calma un poco el ritmo a pesar de su dureza lírica. La voz empieza a cobrar importancia y coger un protagonismo que quedará muy patente en el resto del disco. “En la boca del cañón” es un tema rockero, a medio tiempo, con un precioso solo de guitarra y que pretende quitar la venda de los ojos a los que viven bajo la dictadura de Dios. Con “Resistencia” abogan por la memoria histórica y denuncian a los que quieren que se olvide a los muertos, siempre los del mismo bando, claro. Musicalmente es un tema muy punkrockero.

En “Flores muertas” en un principio se recupera la velocidad a la batería aunque con varios cambios de ritmo el resultado es un tema menos punk y más rock de lo que parecía. En “Planeta basura” empiezan con el bajo dando caña, entra la guitarra y ahora sí, un tema muy punk. En su letra está incluida la frase-lema que les acompaña en su regreso: “Somos los malos con una lista negra…”. Además la segunda voz refuerza aún más el gusto a punk ochentero que desprende.

“Sotanás” es un tema lento pero intensísimo. Carga de manera elegante, como sin querer, pero brutalmente contra un clero corrupto y una Iglesia adoctrinadora y reaccionaria. Preciosa y emocional a la par que vibrante y violenta. Acaba como tienen que acabar todas las canciones lentas: ¡a toda velocidad!

“El baile de las marionetas” es otro de los temas rápidos del disco. Una canción en la que la voz lleva el peso y describe un mundo nihilista e impersonal. Muy punk. La de “Un millar de voces” destaca por sus continuas subidas y bajadas de ritmo y un estribillo y coros desgarrados para clamar por la libertad de expresión y la justicia. La venganza de un niño maltratado es la temática de “Mr. Sloth”. Una letra violenta encerrada en un tema muy guitarrero.

“Estigmas de la civilización”, otro tema a medio tiempo, que recuerda a aquellos Leize y donde los coros marcan mucho. Nos presenta un mundo en coma y que se desangra lentamente. Otro tema rockero es “Entralazadas”. Una cancion de amor y libertad sexual. En “Interlobotomia” se denuncia la manipulación de los mass media fascistoides y la necesidad de combatirlos. Punkrockera con unos toques algo metaleros.

“Desesperación” es una canción, como su nombre indica, bastante pesimista. Le sigue “Yo soy la ley” en la que en primera persona se critica, con ritmos cortantes, las extralimitaciones de la monarquía.

Para acabar tenemos el extra de “Historia triste”, una versión de uno de los grupos más recordados del punk: Eskorbuto.

Malos Tragos, como el vino, ha ido ganando en madurez con el tiempo y así este disco se convierte en toda una joya que recoge lo que han ido destilando lentamente durante tantos años. Un disco contestatario y lleno de rabia pero en el que apartan el ardor juvenil para darle muchos más matices a los temas, que brillan con luz propia cada uno de ellos. Es muy difícil elegir uno que guste menos que la media. La mezcla de punk, rock callejero, el sonido de las guitarras y el enorme trabajo en voces y coros, hacen, sin perder actualidad, recordarnos aquellos años en los que las ganas por hacerse escuchar superaban cualquier impedimento técnico, burocrático o de cualquier otra índole. Es marzo pero para mí el mejor disco que he escuchado este año en su estilo.