El pasado sábado 8 de octubre tuvo lugar en Gruta 77 una verdadera invasión del espíritu psychobilly. Mad Sin eligió la prestigiosa sala madrileña como escenario de su única parada en la capital. La noche comenzó con la progresiva llegada de una confluencia de gente pin up, psycho, rockabilly y punk entre otros, y al ritmo de temas de psychobilly (cortesía de la sala), fueron cayendo las primeras cervezas de la velada.
El pasado sábado 8 de octubre tuvo lugar en Gruta 77 una verdadera invasión del espíritu psychobilly.
Mad Sin eligió la prestigiosa sala madrileña como escenario de su única parada en la capital.
La noche comenzó con la progresiva llegada de una confluencia de gente pin up, psycho, rockabilly y punk entre otros, y al ritmo de temas de psychobilly (cortesía de la sala), fueron cayendo las primeras cervezas de la velada.
Cuando el recinto estaba parcialmente lleno, las luces bajaron para recibir la primera visita de la noche. Los madrileños Dusty Trip fueron los encargados de poner las pilas al público con pinceladas de rockabilly, punk y algún tema más psycho. El público quedó satisfecho con su directo y esto sirvió a Dusty Trip para darse un poco más a conocer, una gran oportunidad siendo los teloneros de los alemanes.
Llegó el momento más esperado, Mad Sin apareció en el escenario y el público enloqueció.
A estas alturas la sala estaba ya abarrotada hasta los topes y comenzó un pogo desenfrenado que fue compañero continuo durante todo el concierto.
Los germanos comandados por Koefte De Vile supieron conquistar el Gruta 77 con su magnífica, brutal y sorprendente puesta en escena.
Como ya es tradición, un contrabajo iluminado con pequeñas bombillas y los exagerados tupés de los integrantes de la banda, moldearon un ambiente de gamberrismo desenfrenado.
Por poner una pega, si es que hubiese alguna, sería que entre el repertorio no figuraban prácticamente temas de su último álbum, prefirieron centrarse en los discos antiguos, un repertorio más alternativo quizás, aunque aún así supieron plasmar claramente los principales rasgos característicos de la banda.
La voz de Koefte, los hábiles movimientos del contrabajo, mérito exclusivo de Valle, y la hiperactividad del conjunto alemán parecían incansables.
Como colofón final, cuando todo parecía haber terminado, un surtidor de chispas manó del mástil de Valle, haciendo las delicias de los más enérgicos que supieron marcarse un frenético pogo de despedida.
Mad Sin, satisfechos con la acogida de la capital española partieron rápidamente rumbo a Zaragoza, su próxima y última parada en nuestro país.
Esperamos tenerlos de nuevo muy pronto por nuestro país. Mad Sin es puro psycho y más vivo que nunca.
- Ivan Garcia
