Había creado mucha expectativa este concierto, ya que en principio se había programado para la sala Ritmo & Compás, pero tuvo que cambiarse a la Sala Live por la venta tan buena de entradas.
Con la sala llena y cumpliendo horarios, cosa poco frecuente, aparecieron los teloneros, Nightmare, un grupo francés. Su música era muy potente, aunque el sonido estaba un poco saturado, con buenas melodías y un vocalista con una voz espectacular. En un par de canciones ya tenían a la gente saltando, gracias sobre todo al buen hacer de su cantante, que no solo cantaba muy bien sino que tenía mucha simpatía y tablas en el escenario.
El momento álgido de su actuación fue cuando tocaron la versión del Holy Diver, de Dio, con la gente enloquecida a partir de ese momento y hasta el final del concierto, del que se fueron con el público gritando su nombre.
Es poco frecuente ver al público tan entregado con el telonero, lo que hacía presagiar que con el grupo principal la cosa podía ser espectacular.
Tras el típico momento de entre bandas, con la gente nerviosa ya, se escuchan los primeros acordes de The Final Countdown, de Europe, se apagan las luces, y la gente ruge (homenaje a sus compatriotas suecos). Todo el aforo cantando la canción, y según acaba, Sabaton salta al escenario y empieza la “guerra” (todas las canciones son de temática bélica, sobre todo sobre la Segunda Guerra Mundial).
Ghost Division fue la elegida para empezar, una elección acertada, mejor empezar con lo mas cañero, que la gente se desfogue. Siguieron un par del nuevo disco y otros clásicos, pero la peña quería más. Cada canción era cantada por todos, y después de cada una de ellas, el grupo era vitoreado, con gran sorpresa y alucine del cantante, que llego a decir: “seréis unos trescientos, pero gritáis como tres mil”.
Fue un concierto de cantantes, ya que el de Sabaton también derrochó simpatía con el público, estaba constantemente riéndose, se le notaba disfrutando y eso hizo que todos disfrutáramos con su música.
Se desarrolló una energía que se mantuvo durante todo el concierto, llegando a los bises, no se llegaron ni a bajar del escenario, y acabaron con Coat of Arms (título del nuevo disco), Primo Victoria (un temazo memorable) y Panzer Batallion, donde el cantante se lanzó al público y fue llevado en volandas, no sin antes advertir al respetable la importancia de proteger sus partes blandas.
La anécdota del concierto fue que venía como guitarrista el bajista de Dragonforce, no sabemos si sería provisional o algo definitivo.
Como conclusión diremos que fue un concierto tremendo, con el público entregado y con las canciones que todos queríamos escuchar. Nada de espectáculo de luces y efectos, solo buena música. Muy recomendable si vuelven.
