Tras casi cincuenta espectáculos ofrecidos por toda nuestra geografía, en una gira imparable y con un aliento inagotable, los Bocanada llegaron el pasado viernes 9 de noviembre a Madrid, para clausurar lo que ha sido la presentación de su "Agua y Barro".
Tras casi cincuenta espectáculos ofrecidos por toda nuestra geografía, en una gira imparable y con un aliento inagotable, los Bocanada llegaron el pasado viernes 9 de noviembre a Madrid, para clausurar lo que ha sido la presentación de su Agua y Barro.
Con trabajo, esfuerzo y tesón han conseguido que su disco se haya escuchado por un gran número de rockeros en todo el país, y lo que es más importante, que sus canciones se plasmen ya en el repertorio que todos guardamos en nuestra memoria, mucho más limitado y por tanto, más selecto.
Nuevamente en sala Boite, donde comenzaran la gira ya hace tanto tiempo, los de Berriozar se arriesgaron en un concierto sin compañeros de escena, en el que únicamente su nombre y lo que ello significa, sirvieron como reclamo. Un directo entonces en el cual esperaban recoger a sus incondicionales, y en el que sabían que se respiraría una atmósfera más que propicia.
A las nueve y media, la sala recibía ya una cola de fans, que esperaban para poder entrar en el recinto. En la puerta, Zido, nos daba ya la bienvenida, como siempre cubriéndoles las espaldas a los Bocanada. Una vez dentro, Martín, Abel, Juanito, Pepo y Txarly, ya habían comenzado a rodearse de los suyos, y entre bromas, fotos y demás, supieron ir convirtiendo la fría estancia en un rincón de lo más acogedor.
El concierto comenzó, y fue con “Gallo de pelea”, cuyo sonido ascendente lo convierte en uno de los favoritos para romper el hielo, aunque poco hubiera que romper. Martín Romero se demoró como de costumbre, causando así más expectación, cosa con lo que parece disfrutar.
Con los primeros acordes el público se vino arriba, y realmente ya no decayó en ningún momento.
Cabe señalar que en esta ocasión, la camiseta de Romero duró un poco más que en su última visita a la capital, aunque tampoco demasiado. Dentro de la primera ráfaga de rock & roll, el trozo de tela terminó pulverizado en el suelo, pisoteado con la rabia de un jabalí herido.
Pronto llegaron otras piezas y es que, aunque no podamos atestiguarlo rotundamente, casi aseguramos que no faltaron páginas en sus álbumes sin recordar. Algunas de estas fueron “Río”, “La Madriguera”, “Resurgí” o “El bicho”, temas que han quedado ya enmarcados como incondicionales de la banda.
Eran chispas lo que allí saltaban, y aún más, pues una cuerda de Juanito saltó en medio del furor eléctrico. Esto fue motivo de chascarrillo por parte de Martín, que no desaprovechó la ocasión para de meterse un poco con el guitarra. En otro momento fue Abel quien, en medio de una canción, desapareció del escenario.
Estos contratiempos, sin embargo, fueron tratados con humor, y el espectáculo ofrecido perdonaba casi cualquier cosa.
Llegó el momento de “Campo a través”, una de las más esperadas de la noche, en la que todos los allí presentes se unieron en un todo, junto con los de Berriozar. Un Romero hiperactivo, que recorría el escenario de punta a punta a cada paso, llamó al escenario a los que hacen posible Bocanada, figuras como Zido, Mario o Maribel Romero, a cargo del merchan.
Una calidez desbordante y un concierto lleno de sentimiento consiguieron emocionar al propio Martín, como ya sucedió en citas pasadas. Y después, el escenario se hizo pequeño, todo quedó reducido a la mínima expresión, una voz y una guitarra, se dispusieron a interpretar la pista más suave y descafeinada de “Agua y Barro”, no podía ser otra que “De mierda hasta el cuello”.
Para finalizar llegaron “Relincho de libertad”, otra de las grandes estrellas de su setlist, y “Mala hierba”, con la que, como viene siendo habitual, Martín baja a reunirse con los suyos, seguido por un foco, el cantante ofrece su faceta más cercana, memorizando cuantas caras le es posible para llevárselas en el macuto.
Finalizado el concierto, y una vez en la puerta, la banda fue recogiendo el chiringo, y entonces pudimos ver a un Martín imberbe, cuya barba que había sido testigo de toda la gira, fue arrebatada por los componentes de Bocanada en el camerino de la sala.
Un concierto impecable como siempre, que nos deja un buen sabor de boca, con el que tendremos que conformarnos de momento hasta la llegada de su próximo álbum.
- Maria de la Fuente
