El pasado día 28 de febrero, y por primera vez en la sala We Rock de Madrid, pudimos asistir al estreno en la capital del nuevo trabajo de los Bocanada, la banda de Berriozar que lleva a Martín Romero a la cabeza.
Un espacio amplio, que parecía difícil de llenarse, pues a la hora en la que llegamos estaba casi vacío, pero que conforme se acercaba el momento clave de la noche fue llenándose progresivamente hasta apenas quedar sitio.
Y es que los Bocanada presentaban en Madrid El sino de la herida, su nuevo trabajo y tercer disco de estudio, y eso no se ve todos los días. Muchos éramos los que aguardábamos a tenerlos de nuevo sobre el escenario, con el vendaval natural que les caracteriza.
Llegó el instante más esperado de la noche, y todos comprendimos que la larga espera a ritmo de Sínkope, Jatajá, Barricada y muchos otros había merecido la pena.
El inicio del espectáculo llegó de la mano de El voladero, encargada también de abrir El sino de la herida, y todos los allí presentes pudieron comprobar el electrizante sonido de Berriozar, una región que supura rocanrol por los cuatro costados. Martín adquirió ya desde el primer minuto su habitual estado de trance, en el que sin ningún tipo de orden más que los propios impulsos generados por el rasgar de las guitarras y los golpes de batería, se imbuía en una danza compuesta únicamente de sentimiento.
Con la promesa de tocar hasta desangrar los amplis y las gargantas, se propusieron la meta de tocar hasta 26 canciones, continuando así con En cueros, perteneciente a Agua y Barro, su anterior álbum, y otras como Relincho de libertad, perteneciente a Caballos de rienda larga, su primer disco.
Hubo también momentos de presentación, y es que al marchar de la banda Txarly, una vacante de bajista había quedado colgando, recogida por Rupi, joven imberbe y con pelambrera heavy que se mostró plenamente compenetrado con los demás, y que supo completar de manera brillante la puesta en escena del grupo. Constantes fueron también los diálogos de Martín con los que allí se habían congregado, asegurándose de que todo estuviese a su gusto y que el directo cumplía con las expectativas, generadas por unos tantos meses de sequía.
Muy mal no debieron de ir las cosas, pues el condicionante de llegar a tocar 26 canciones era que el público se mostrara del todo entregado, y si así fueron cayendo todas las pistas, con un Martín que ya había hecho jirones su camiseta, como ya viene formando parte del ritual.
La guadaña, Cuando se extingan las cucarachas, El bicho, La madriguera, Tu nombre se escribe con sangre, Gallo de pelea y muchas otras fueron las melodías con las que nos deleitaron, rocanrol en bruto, sin pulir. ¡Ni falta que hacía!
Mala hierba completó las viejas tradiciones, bajando Martín para mezclarse con los suyos, mientras Juanito, Abel, Pepo y Rupi se hacían dueños del escenario.
La culminación de aquella velada vino con Campo a través, y al escenario subieron el maestro Zido y compañía, para despedir a la We Rock y al público madrileño, que recibirán dentro de unos pocos meses la visita de nuevo de los Bocanada.
- Diego Tejero