Quedan ya pocos sitios en Madrid donde ver conciertos, poco a poco van cerrando salas, ya sea por motivos económicos ya sea por las constantes restricciones que desde las diversas instituciones se van regulando. Los motivos son diversos, y esta es una realidad que no es ajena a nadie. A ello se une los cada vez más restrictivos horarios a la hora de facilitar las actuaciones de los grupos, y más en una ciudad como Madrid, que tendría que ser vanguardia en este aspecto y que cada vez se va pareciendo más a una pequeña capital de provincia que bregan por conseguir poner la música en su mapa y en su agenda.
Una de las pocas que quedan es El Juglar, una pequeña sala situada en La Latina que intenta mantener un calendario de conciertos decente. Es un lugar pequeño, recogido y con poco aforo. Desventaja, que es un poco anónima, ventaja, que permite una cercanía con los artistas que no es fácil ver en otros lugares.
Es en este marco donde se desarrolló el concierto que hoy os traemos. En primer lugar actuaron los valencianos Nanai, presentando su disco Sonideros. Un concierto corto, apenas una hora, pero donde pudimos disfrutar de su calidad. Muy buenos músicos, muy bien compenetrados y sin ninguna estridencia. Se pudo notar su calidad en los diversos estilos que son capaces de poner sobre el escenario. Una mezcla de diversos estilos, la rumba, cumbia, el foxtrot se mezclaban y saltaban de uno a otro con naturalidad y alegría. Canciones como Candela son un buen ejemplo, que te animan a bailar y 
elevaron la complicidad con el público asistente. Dentro del alto nivel de sus componentes, destaca la voz de Pilar, dulce, melodiosa, muy atrayente, y alrededor de ella se gestiona el resto de la banda, apoyando con brillantes coros, ya sea con las voces o con los vientos y de ahí al público. El fin de fiesta fue con el tema Sonideros, claramente enfocado a ser la bandera de su trabajo, y sin duda el más animado y alegre de su repertorio. Y a mí, por lo menos, me dejaron con ganas de más. Grupo a seguir, sin duda.
Tras ellos vino el plato fuerte del día, Desechos. Ellos mismos lo confesaron durante su actuación. No habían ensayado mucho, y en algunos momentos se les vio despistados encima del escenario. ¿Esto es malo? Pues no, en manos de Desechos no. Tienen una naturalidad, un saber estar, una alegría que convertían los patinazos en parte del espectáculo y en otra forma de disfrutar de la música. El aire reivindicativo, casi clandestino, en su forma de actuar sigue siendo una de las señas de identidad del grupo vallecano. El grupo repasó varios temas de sus anteriores trabajos, incluido su tema más reconocido, La llave de mi corazón, que hicieron las delicias de los que estábamos allí. La complicidad con él público fue total, con constantes mensajes y bailes a través del respetable. Lo pasaban muy bien encima del escenario, y eso se transmitió dejando un gran espectáculo. El fin de fiesta lo dedicaron a repasar temas históricos del punk como Sarri, versión en euskera, o Should I stay o should I go de The Clash.
En definitiva, concierto “pequeño”, animado, cómplice y de los que hacen falta muchos más. Única manera que gente con inquietudes pueda expresarse y crecer. Que siga la fiesta.
- Nuskart
