Colgar el cartel de Sold Out dos días antes del concierto es un comienzo prometedor y es que, ya lo decía el propio Aitor Velázquez, no hay nada como morirse para agotar las entradas. Y se veía venir que iba a ser una noche intensa incluso en los alrededores de la sala Penélope, donde unos cuantos despistados preguntaban desesperadamente si teníamos entradas de sobra.
Entramos en la sala y nos encontramos en el escenario a los Sonora y su segundo álbum "Elemento II: Aire". Y, con el aforo casi completo, el aire es precisamente lo que empezaba a escasear. El derroche de fuerza y energía de la banda lamentablemente no se vio recompensado con la calidad del sonido, que resultó lineal, denso y casi espeso, algo de lo que uno no puede librarse fácilmente. Sin embargo, estuvieron dando caña a las primeras filas con su fusión de estilos (rap, punk, heavy, entre otros) hasta que terminaron con una especie de versión del Staying Alive de los Bee Gees, demostrando que se atreven con todos los palos. Sonora, con su metal para iniciados, se despidieron de una sala en la que de repente no cabía un alfiler.
Carreras para entrar, prisas en la cola del ropero y minis de cerveza por todas partes eran el preludio de lo que se avecinaba. Crisis de claridad o (mejor dicho) oscuridad total, un fogonazo de luz, Hora Zulú saliendo a escena y el público entusiasmado: esto promete. Los primeros golpes de pecho vienen de la mano de Tango. Se van sucediendo los temas, un repaso por la discografía de los andaluces de nacimiento y no protestamos.
Parece que sobre el escenario no se oyen bien, pero no nos importa, abajo, lejos de notarse, el sonido es el mejor de todas las veces que les he visto (y ya van unas cuantas). La sala se viene arriba y Aitor da un respiro a sus compañeros cuando se arranca por sevillanas y es que Algo se muere en el alma cuando un amigo se va.
Parece que en el bolo del pasado marzo en Madrid se quedaron con las ganas, así que le hicieron un hueco a Lluevan flores. Ha pasado una hora desde que arrancamos, estamos en el ecuador de la noche y llega Luego querrán, con la colaboración de Sho-Hai, que grabó con Hora Zulú este tema en el último álbum de los granaínos "Siempre soñé saber sobre nadie negó nunca nada". Se desata la locura y Sho-Hai abre la veda tirándose al público. Unos cuantos más le seguirían.
Regueros de Jack Daniel’s salpican desde el escenario. No hay un segundo de respiro, la tempestad nos arrastra al ritmo de temas clásicos de la banda como Agua de mayo, Con mi condena, Tientos, Coplas de negra inquietud y los indispensables para cerrar el show Andaluz de nacimiento y Camarada.
Hora Zulú vinieron, vieron, vencieron y por el camino nos convencieron. Un concierto de despedida por todo lo alto que nos deja con la esperanza de que el adiós sea tan sólo un hasta luego.
- Robe Alonso