En el céntrico corazón del Madrid hambriento de cambio, ya tomada por la Marcha de la dignidad, alguien tendría que poner banda sonora a recorrerse medio país a pie para llegar al 22M. Causa del divino azar le tocó a Betagarri, rebeldía de la mano de un estilo, el ska, con raíces de ese cambio que queremos todos.
Hace ya más de 20 años, el Ska camaleónico de los '50, del Kingston natal, en su formato third wave (tercera ola), pasó por Gasteiz para quedarse. Uniéndose el paralelismo de la Rude Boy a la cosecha de estos vitorianos de las canciones populares y versiones de nuestra música de siempre. Un cóctel bailable con cortes de apoteosis en directo.
Sorprende la formación, para este estilo. Siete componentes, si contamos que tres de ellos son vientos, por deducción, lo demás son la formación justa de cualquier banda. Con la dificultad, o mejor dicho, la curiosidad para el Ska (apunte técnico), de hacerlo sin teclado, por lo menos en directo, bien tapada esa ausencia por la magistral sección de vientos y la no menos extraordinaria guitarra.
A punto de empezar el concierto de la gira de 20 aniversario, "20 Urte tour", con un premio debajo del brazo en los Premios de la Música Independiente, recibimos el premio a la Mejor Producción en Euskera de 2012 por el anterior trabajo Zorion Argiak, irremediablemente me asalta el recuerdo de cuando compré la maqueta "L". 500 pesetas (eso eran precios) y cómo nos juntábamos alrededor de algún coche para escucharlos, como lo hacían los jamaicanos con las sound systems.
Ese sería el primer pistoletazo para seguirles la pista, de numerosas balas, en todos estos años. Y es que, ya por aquellos tiempos, gracias a Betagarri también descubríamos que cantar en euskera no significaba únicamente hablar siempre de lo mismo, sino que los vascos también se enamoraban, se emborrachaban, ríen y lloran, como cualquier pueblo, como cualquier persona.
Penúltima cita de una gira bastante amplia por todo el Estado, de la cual nacerá un nuevo disco-DVD, el duodécimo, en directo. Pero lo primero, y lo más primordial en esto de la música, es defenderlo en vivo y en directo, así que allá vamos…
Con una buena entrada y bastante puntual, como en las grandes citas futbolísticas, la alineación, la clásica; atrás con los palos bien sujetos, a la batería, Iker Uriarte; en la zaga de los vientos: Unai Lobo (trompeta), David Gaviña (saxo) y Mikel Sanz (trombón); en centro de la medular rítmica y melódica Iosu Izagirre (bajo) y el mago Aitor Aguirre (guitarra) y arriba el hombre más adelantado de la zaga, el cañonero Iñaki. Todo preparado y con "Hamaika" como pitido inicial, de la mano de Aitor y su guitarra comenzaba la contienda. Un partido que ganábamos todos, la fiesta estaba servida. "Txikia"y su ska salían a la contra desde el minuto uno, el baile de un señor frontman, del de Gasteiz, ya formaba parte de los vientos, nota a nota. "Bidea" no se hizo esperar, "luchemos por el nuestro", gran frase acompañada de una gran música, da más sentido si cabe a esta expresión. Poco a poco iban cayendo los grandes himnos en forma de goles y jugadas estelares: "Denbora", "Irratitik deika" ,"Boom egin eta crash", "Beti Aurrera" y "Peep show". Difícil sería contrarrestar a estos magos y poderles marcar algún gol dentro de su terreno de juego, el escenario. Sin parar de bailar llegó el momento de "La chica del Batxoki", el contragolpe de la gente era inminente. Cantada íntegramente por los asistentes nunca creí que himno del Athelic y una falda tan corta darían tanto juego… ¡¡¡¡Cómo es!!!! Sin acabar el último golpe de la batería imbatida en todo lo que llevábamos de partido, empezó a sonar…"Miente mi amor", era un gran momento de retomar el Ska y el movimiento vertiginoso. Parada de rigor y saludos a los madriles, sus gentes siempre al pie del cañón, momento de secarse el rastro de sudor de todo lo bailado, la noche estaba caldeada. "Zure ingurua", "Verde" en la pausa a este gran tema y su baile incluido, el público se alió y formando parte del espectáculo, la sala entera entonó …La Vida pirata… que se pudo oír el retumbar de la portería del fondo norte del estadio del Rayo. Seguimos sin pedir la hora y llegó el turno de"Euri tanta", "Hegan egin dezaket" y "Jaio nintzen". Caían una detrás de otra, era tarde para arrepentirse. Betagarri había salido en tromba, sin cuartel, rematando cualquier duda sobre su directo, llegando a la mítica canción de Lluís Llach "L´estaca". Por aquel entonces Madrid hablaba euskera, le tocaba el turno al otro idioma del Estado. Vientos soberbios acompañaban a los asistentes a tirar de la estaca, que caerá… algún día caerá. Gran espectáculo, vertiginosos bailoteos, nos costaba encontrar el aliento, el cual, en forma de suspiro, propinaban las féminas, y no tan féminas, al ritmo de cada baile del que ya se erigía como la gran estrella del encuentro: Iñaki. La primavera irrumpía y las hormonas no perdonan. Como todo en esta vida esto también se acababa, pero faltaba lo mejor "Milaka izar berri", "Skalatu", "Jabe izan Arte-Beta band", trepidantes tres últimos rechaces daban paso a la pausa escénica para tomar 
aire con los bises como tiempo de prolongación. "Anvanti popolo", gran himno de los combatientes italianos, gran versión a la bandiera rossa, cantada por el público, que suspiros aparte, el que suscribe certifica la gran polivalencia en cuanto a idiomas del personal. "Baldini bada" y " Korrika" con el tiempo descontado concluían con la gran exhibición de los no menos pequeños Betagarri.
Felicitaciones a la familia Betagarri por su 20 años porque parece que no han pasado y deseoso de volver a disfrutar de ellos y con ellos, aquí en Madrid, que es vuestra otra Euskal Herria, la chica, la que se lleva en el bolsillo cerca del corazón, hasta entonces pues. Porque como bien dice un amigo la vida es aquello que te pasa entre concierto y concierto, aquí, en Gasteiz o Pernambuco, hasta el siguiente, allí nos veremos y si no os lo contaremos.
- Paloma Novo
