ENTREVISTA: Enrique Villareal "El Drogas"

Enrique Villareal Entrevistamos a Enrique Villareal, El Drogas, con motivo del lanzamiento de su primer trabajo discográfico como tal, que lleva por nombre Demasiado tonto en la corteza, aprovechando su paso por Madrid, para la fecha oficial del concierto de presentación.

ZonaRuido: Para ser el primer trabajo de un proyecto nuevo, no es común sacar un triple CD. ¿Cómo surge la idea de hacer un lanzamiento así?

Enrique Villareal: Fue una idea premeditada. Primero fue eso y luego ir trabajando las partes. El prólogo a la historia lo da la maqueta que saqué junto a la reedición del primer disco de Txarrena, que se titula Libros prestados. Ya entonces tenía la idea de hacer un trabajo que fuese en tres CDs, que a mí me daba, sobre todo, la oportunidad de ambientar musicalmente las tres partes de manera diferente y que esa diferencia fuese lo que le daba unidad al trabajo. No veía lógico sacar primero un trabajo, dos meses después el siguiente y dos meses después el siguiente. Me parecía que de este modo el trabajo en sí tenía más peso sacándolo todo a la vez.

ZR.: Háblanos del título del disco, Demasiado tonto en la corteza, que coincide además con el corte número 7 del tercer CD, Glam.

E.V.: Es sencillo de entender… Digamos que en la corteza estamos muchos tontos, que sujetamos o somos la supervivencia de los listos de los cojones, que son los pocos que están en el núcleo. Hay una serie de fórmulas para romper todo eso y sobre todo hacerles sentir su propio miedo, o que su miedo se lo lleven ellos y no nos lo pasen a nosotros, que bastante tenemos ya con nuestros miedos.

ZR.: Demasiado tonto en la corteza se compone de tres CDs: Alzheimer, Matxinada y Glam. Los tres son muy diferentes entre sí. Se ha contado además con diferentes productores. Háblanos un poco de estas diferencias.

E.V.: Primeramente, lo que es el sonido, que es lo más definitorio de cada parte, es diferente. En la primera parte hay un sonido que yo denomino British, haciendo referencia a esa historia británica de guitarras densas con melodías de pop inglés. El segundo es, digamos, la historia del metal, con composiciones musicales más del tipo metal nervioso. En esta parte, el compositor de la música es Brigi Duque y eso es ya un punto importante. El tercero, Glam, hace referencia a ese sonido setentero glamuroso, un poco en recuerdo de Marc Bolan y T-Rex sobre todo. A partir de ahí es la ambientación musical la que define. Alzheimer tiene una unidad musical en las letras, en cuanto al trato directo de la enfermedad del Alzheimer. Unas hablan de los recuerdos, otras de los propios olvidos. Es un poco ese compendio entre recuerdos y olvidos que conlleva la enfermedad. Algo así como el olvido de los recuerdos. Matxinada es una parte donde las letras también tienen unidad, en cuanto a que quiere darnos la sensación de estar leyendo un periódico y es como si cada canción fuese una noticia. Ésta ha sido una parte que a mí me ha tenido muy encima de ella, cambiando las letras de las canciones a diario. Hubo que poner punto final, porque si no, no la hubiese acabado nunca, haciendo la quinta parte de esa parte… (Risas) Pero bueno, esa es básicamente la historia. Y ya la tercera parte, Glam, es una parte en la que las letras no tienen ningún tipo de unidad, sino que es únicamente la música la que unifica esta parte. Es una parte con temas tan poco glamurosos como puedan ser los malos tratos en los temas Con tu presencia, o Quién puede verla. Es un tema muy poco glamuroso como digo, pero me apetecía vestirlo con un rollo un poco glam, con riffs de rocanrol muy sencillos, que ha trabajado Txus Maraví. Y bueno, ese es el resultado un poco así, a bote pronto. En cuanto a la producción, como característica que puede tener cada parte, la primera parte la produce Alberto Porrez, un mozo de Pamplona con el que trabajo muy a gusto y me apetecía que fuese el productor de esa primera parte. En la segunda parte el productor es Brigi Duque y éste es su primer trabajo como productor. Y en la tercer parte es Brigi Duque el que ha hecho las mezclas y yo mismo he sido el que ha dirigido los arreglos y ha decidido un poco por donde iba el disco, sujetando un poco a Brigi, que es un caballo desbocado… (Risas), porque me apetecía también participar a mí un poco en esa parte.

Enrique Villareal ZR.: En las primeras escuchas, Alzheimer suena a lo que El Drogas nos tiene acostumbrados y Matxinada suena muchísimo a Koma. ¿Era, por decirlo de algún modo, “necesaria”, ésta similitud…?

E.V.: Hombre, la historia es que Koma suena a Brigi y la parte de Matxinada suena a Brigi, que es el que ha compuesto. La música en Koma también la componía él. El parecido es normal y es más, es que yo quería que esa parte llevase ese tipo de composiciones nerviosas del Brigi, porque es uno de los personajes a descubrir en este país. Todos lo relacionamos, sobre todo, con ser guitarra y voz en Koma, pero es capaz de componerte desde un tango a una rumba tranquilamente. Tiene una capacidad en todos los aspectos relacionados con la música, impresionante… Yo por eso también le empujé para que por fin apareciese su nombre como productor, porque digamos que de alguna manera también, en los trabajos de Koma se le podría definir así, no lo sé. No me quiero meter en su mundillo, que ya bastante tengo con haberme metido en el mío propio, pero el gusto musical de Brigi quedaba muy reflejado en Koma, primero porque componía y segundo porque el tipo de sonido que él traspasaba al que movía los botones, es el que se refleja. Y aquí un poco es eso lo que quería conseguir.

ZR.: El tema que abre Alzheimer se llama En punto muerto. ¿En algún momento se ha sentido El Drogas en punto muerto? ¿Y Enrique Villareal?

E.V.: No… no… igual en ciertos momentos, pero procuras quitártelos enseguida de encima, sobre todo con actividad. Esta canción es la primera que compongo relacionada con la enfermedad del Alzheimer, que a mí directamente me toca, porque es el diagnóstico que le hacen a mi madre. La llevamos a que la mirasen pensando que algo pasaba realmente, cuando ella nos dice “que nos ha robado el gobierno el mes de septiembre”. Al principio nos hizo hasta gracia, porque parecía que lo decía medio en broma, pero cuando lo dice la segunda vez tan convencida, pues bueno, tú por salir un poco del tema le dices que bueno, que si a Sabina le robaron el mes de abril a nosotros nos ha tocado el de septiembre, que no se preocupe… Entonces es cuando vas al médico y le diagnostican su principio de Alzheimer y todo el proceso. Y un poco hace referencia a eso, a ese punto muerto a partir del cual, tras el diagnóstico de la enfermedad comienza una nueva vida, una nueva relación con esa persona.

ZR.: En el tema Sin reverencias nos encontramos con esta frase: […] Y es que me gusta la vida que tienen los libros prestados, esos que se dejan querer, que pasan de mano en mano […]. ¿Huelen mejor los libros prestados que los discos prestados? ¿Por qué los libros se prestan, pero los discos hay que comprarlos…?

E.V.: Jajajajaja… La música que se preste también. Yo he perdido muchos discos, sobre todo en vinilo, cintas de éstas que te hacías y ponías de nombre “Carretera 1”, “Carretera 2”, en las que te hacías tus propias recopilaciones para ir en el coche en los viajes y tal… No lo sé, ¿Dónde está el rocanrol? A mí los discos me gustaría tenerlos pero seguramente quien no me los ha devuelto, sea por una razón importante para él o ella. No tengo mi colección de discos completa tampoco porque el hijo mayor cuando pasa la adolescencia, pasaba por casa con toda la cuadrilla, uno cogía un disco, otro cogía otro… Quién los tenga, seguramente los tendrá por una razón importante; no los tendrá ahí metidos en un armario, sino que los habrá escuchado, escuchado y escuchado… Me imagino que eso me ha pasado también a mí y si me pongo a mirar entre los discos, diga “joder, si éste me lo dejó tal…” y con los libros igual. No sé, yo creo que tiene que ser así, es material para prestar, como si fuera un jersey. Es como si va un amigo a tu casa a media tarde y porque ha salido el sol se ha llevado solo la chaqueta y se va de tu casa a las tres de la mañana, que hace frío, pues por qué no le vas a dejar un abrigo o un jersey… Pues lo mismo… ¿Va a volver a tu casa ese abrigo o ese jersey? Bueno, mientras vuelva tu amigo… (Risas).

ZR.: Debajo de aquel árbol es un tema que yo personalmente interpreto como que se añora todo aquello que quedó atrás con la infancia, pero… ¿Las ganas de vivir…?

E.V.: Sí… sobre todo no es tanto añoranza, sino recordar aquello. No sé en tu caso pero en el mío, por la Txantrea pasa un río y en todas las poblaciones donde hay río, marca mucho. Sobre todo porque cuando eres muy pequeño, todas las madres de todas las poblaciones donde hay río, te prohibían ir allí. Y eso era justo lo que hacías, claro… Ir allí donde te encontrabas con toda tu cuadrilla, que sus respectivas madres les habían dicho que no fuesen allí. Y tú allí estabas, en ese lugar prohibido donde tu madre no te dejaba ir, donde reunías ramas y subiéndote a los árboles hacías cabañas, donde también con esas mismas ramas te hacías un tirachinas para tirar a los pajarillos pedruscos y luego usarlos también contra la otra banda y ya de más mayores, contra la policía. Digamos que la vida va muy relacionada con los tirachinas. Es donde comienzas a coger ranas… y cuando diga cazar ranas, lo que quiero decir es que primero ves unos bichos con unas cabezas gigantes, que son los famosos cabezones, el cómo los coges, los metes en una bolsa, los llevas a casa y los metes en el lavabo, hasta que tu madre te da dos hostias y te dice “hala, sácame eso de ahí” y tal… (Risas). Es eso, aprendes a hacerte tus propias balsas, si vas ya al anochecer escuchas el croar de las ranas… En fin, cazar ranas, cazar cangrejos… bueno, yo eso no lo he hecho nunca porque siempre me han dado mucho miedo, pero veía como los colegas metían la mano y zas!, los sacaban enganchados por ahí y a mí me daba mucha cosa… Y así comienza un poco la cosa. Alrededor del río ha habido siempre mucha vida en muchos de nosotros y de nosotras. Es donde comienzas también a sentir que tu cuerpo y el de la persona que tienes al lado, es diferente, es donde comienzas a beber esos licores amarillos, para ser más exactos el Licor 43, que era realmente asqueroso… (Risas), o patxaran, todos esos licores dulces que te hacían coger unas moñas impresionantes, te daba la llorera, vomitabas… En fin, que era asqueroso pero eran experiencias y eran las primeras. Los primeros besos, meterse mano, el corazón en el árbol… Todo eso es a lo que hace referencia la canción y cómo eso lo rompes de alguna manera cuando te llega cierta edad y comienzas a conocer otra gente, a visitar otros sitios… En nuestra época, poco antes de los finales de los setenta estaba toda esta historia del caballo y vas viendo como el jaco se va introduciendo en las cuadrillas y algunos continúan esa vida o no vida, pero que a veces igual es más vida eso que no vida del trabajo en cadena, ¿No? Yo siempre que he hablado con gente enganchada al jaco, me han parecido experiencias vitales muy interesantes. No digo yo que me parezca bonito o atractivo el tema, pero tampoco me parece que sean personas en las cuales tengamos derecho a cagarnos. Un poco es lo que esa canción viene a decir y el volverte a reencontrar con todo aquello, el ver como ahora, en mi caso que es el que te cuento, ha cambiado. Antes era una especie de lugar virgen, en el que tenías que ir apartando maleza al paso y ahora el Ayuntamiento ha mandado todo eso a tomar por culo, ha hecho un pasillo de cemento por allá y ahora hay cantidad de gente por donde antes tú no podías ir. Te encuentras un montón de gente paseando con su chándal y sus zapatillas de deporte… Hay que ver cómo cambia el concepto de los lugares…

Enrique Villareal ZR.: ¿Qué dejaría El Drogas Debajo de aquel árbol?

E.V.: ¿Qué dejaría? Mmm… Debajo de aquel árbol se han quedado todas estas cosas que he contado, que para mí son muy importantes, porque es un poco lo que me sirve para saltar a la otra orilla digamos, de manera metafórica y continuar aprendiendo en la vida. No te puedes quedar en eso, pero para mí ha sido muy bonito el proceso que estos lugares donde yo hacía chipichapas han tenido, porque yo he llevado allí a mis dos hijos, tanto al mayor que ahora tiene veintisiete años, como a la pequeña de diecisiete. A los dos los he llevado al mismo lugar a hacer chipichapas y ahora me toca enseñar al nieto. Este verano he estado con él y al principio tiraba la piedra para otro lado pero ahora ya la tira al río y ya ha descubierto como se salpica al tirar la piedra al río. Ahora hay que enseñarle a bailar la piedra y que vaya de lado a lado sin mojarse. Un poco ese es el proceso de la vida también.

ZR.: El último corte de Alzheimer se llama Lentos minutos. ¿Cuáles han sido los minutos más lentos en la trayectoria de El Drogas?

E.V.: Pues no sé… quizás los dos últimos años en Barricada, pero sin más, no por querer volver a hablar de la historia ni nada, sino porque quizás perdí excesivamente el tiempo, creyéndome algo que ya no existía.

ZR.: El segundo disco se llama Matxinada. ¿Tiene algo que ver con el libro Matxinada, historia del movimiento juvenil radical vasco, publicado en 2004?

E.V.: Tiene que ver en cuanto a que la matxinada en euskera significa revuelta. Buscaba una palabra que diese sensación de pelea, de lucha, de enfrentamiento y me pareció una palabra muy lógica, acorde con lo que yo suelo buscar para definir las cosas. Matxinada son las revueltas que hay a finales del siglo XVII en Euskal Herria y es una palabra empleada como la Kale Borroka o Kintxas. Con el término kintxas estuve ahí, ahí, pero al final me decanté por matxinada que reflejaba muy bien lo que quería hacer y como título de periódico, porque le he querido dar esa estética.

ZR.: Peineta y mantilla es el tema que abre el segundo CD, dedicado a Kosp Hedal. ¿Quién sería el equivalente a Kosp Hedal dentro del mundo de la música?

E.V.: Bueno, cualquier parecido con la realidad es culpa de la realidad… (Risas). Yo soy un genio que vive en su campana y no quiero estar contaminado de las cosas sociales que suceden en la realidad. Todo ocurre en mi cabeza. Yo me invento el país, me invento los personajes y parece ser que coinciden con lo que está sucediendo (Risas). Entonces, digamos que la realidad es la única culpable, porque para mí es imposible pensar que pueda haber gente que eche a las familias de sus pisos, o que deje sin trabajo a gente que tiene hijos y se tienen que buscar la vida para comer, o que ponga cuchillas para que otra gente a la que denominan ilegales se puedan cortar, para que no pasen o que maten a diez o a catorce… que al final acaban siendo números… Este tipo de cosas me parecen increíbles en el siglo XXI y no puede existir un país así.

Este mismo personaje del que habla la canción, ahora mismo, podría ser perfectamente la Secretaria General del Partido Popular. Seguramente tendrían muchos puntos en común y hasta te diría que el nombre incluso coincidiría. Pero no solamente esos son los malos. Para mi es también imposible pensar que el arzobispo de Pamplona, que ha sido nombrado cardenal o no sé qué, diga y piense que la homosexualidad es una enfermedad, como su hipertensión. O cómo puede ser posible que una concejala del Partido Popular por ejemplo, diga que una mujer que aborta es una terrorista. Yo realmente no entiendo a estos que se definen como “Pro-vida”, que realmente son “Pre-vida”, porque luego les importa una mierda lo que se haga con aquello “post-parto”.

Y en el mundo de la música… Puff… En el mundo de la música, posiblemente o desgraciadamente o no sé cómo, he visto medios de comunicación, lo bien que lo llevan cuando arrancan de la nada, en cuanto a ilusión por un proyecto y tal y en cuanto pillan un cacho de hueco en todo esto, si no pasas por su revista o por su página o por su tal, pagando un banner o pagando un faldón, no formas parte de la historia musical... Yo como estoy ya limpio de todo esto, me da igual. No tengo ni que seguirle el paso al baile que me marquen ni Rudy Gorostieta, ni Javi ManerasDeVivir, ni la Rock Estatal, ni la Heavy Rock. Yo estaré muy a gusto con todos los medios y hablaré lo que me pregunten, pero lo que no voy a hacer es pasar por ahí para formar parte luego de su enciclopedia. A mí, que no escriban los Kikes libros sobre El Drogas, no me… Yo con ellos me llevaré muy bien y les envidio sus proyectos musicales, pero no les envidio para nada ni como entrevistadores, ni como escritores de biografías. No necesito a nadie que escriba mi historia. Mi biografía la quiero vivir yo.

Enrique Villareal ZR.: El corte número tres, Están para violarlas, parece reproducir las declaraciones que hizo José Manuel Castelao en el año 2012: “Las leyes son como las mujeres; están para violarlas”. Habrá gente que no sepa de dónde viene la frase. ¿Te “asusta” de algún modo que se piense que la frase es tuya?

E.V.: Castelao… Castelao… También es ficticio aunque puede coincidir… Yo no puedo estar pensando que tal… El que tenga un poco de frente seguramente se dé cuenta de que es imposible que El Drogas sea el autor de esa frase. Solo hay que buscar un poco y ahondar en el asunto. Ya me pasó con el Balas blancas, que algunos decían que era una canción racista, pero hay cosas que no tengo tiempo casi ni para explicar y directamente paso a otra cosa.

ZR.: En cuanto a la frase en sí, ¿Era necesario volver a reproducir esa barbaridad? ¿No crees que pueda haber mujeres a las que violente esto?

E.V.: Sí, sí… Creo que era necesario, sobre todo porque a mí me parece la canción más violenta del disco, tanto por la letra como por el hecho de cómo está reflejada con la música. Posiblemente como letra, la canción más violenta del disco puede ser Quién puede verla o Con tu presencia. Las letras como letras, no son más que eso, letras, que juntas hacen las palabras y las palabras hacen oraciones y unas cuantas oraciones te hacen, realmente, las situaciones. Lo violento de las situaciones son en sí las situaciones. A mí se me hacen muy violentas ciertas situaciones. Tiene que ser muy violento que te estés meando de miedo, mientras te están dando una paliza. O verte la cara en un espejo después de que el susodicho te ha metido una paliza. O la situación del hijo o la hija que esté presenciando esos gritos. A mí lo que me parece violento son esas sensaciones. Las letras de las canciones son simplemente mecanismos que intentan remover conciencias, pero que no le llegan en ningún caso a la suela del zapato a las situaciones realmente. ¿Cómo alguien dedicado a la ciudadanía... a cualquier otra cosa sería la hostia vaya, pero dedicado a la ciudadanía, puede decir que las leyes son como las mujeres, que están para violarlas? Me parece alucinante… Y encima eso, el representante de cara al extranjero… Pues o ese país que representa es una mierda o no valemos dos duros si ese personaje no ha sido sentado, automáticamente, en el banquillo y no pasa directo a la trena sin juicio. Pero bueno, eso de la justicia… Me parece alucinante. Es como lo que está pasando con el tema de la Guerra Civil con el bando perdedor, que parece que fueron marcianos venidos en un ovni aquí los rojos, los soltaron los comandantes estos verdes con antenas y… (Risas). No, no… no eran los nacionales unos y los otros no eran nacionales. Realmente los que estaban defendiendo la democracia eran unos y los que defendieron del Golpe de Estado eran otros. Y a partir de ahí, hablamos de lo que sea. No porque Pío Moa venda muchos libros va a tener más razón.

ZR.: Matxinada es el disco más reivindicativo y político de los tres. Encontramos un tema que refleja la lucha minera, que es Olvido o rebeldía. ¿Si no hay rebeldía estamos condenados al olvido?

E.V.: Sí, yo creo que en ese aspecto y, precisamente por eso ésta canción, para mí la lucha minera siempre ha tenido, o he tenido yo, esa visión ejemplar. Es una lucha que debería servir de ejemplo, aunque ahora sé que hay divisiones también, que es un poco a lo que ha jugado el poder con todos nosotros, a dividir y que cada uno vaya un poco por su lado, que cada uno pelee por sus historias y si la pelea e otro a ti no te toca, pues que le den por saco y sálvese quien pueda. Lo de Olvido o rebeldía hace referencia también a eso. Yo no soy quién, porque no lo sé… no sé si el tema del carbón es poco ecológico y hay que buscar otras fuentes de tal y cual, pero lo que sí sé es esa depresión que la Cuenca Minera tiene, en cuanto se les toca todo ese tema, porque no se han desarrollado todas esas zonas en nada más. La primera vez que fui por allí me llamó mucho la atención el grado de alcoholismo que existe. Hace poco estuvimos por allí, tocando para ellos, nos hicieron bajar a una mina y es una pasada ver aquello. Te explican cómo la figura del minero es la de una persona solitaria cuando sale de la mina y la solidaridad que hay dentro de la mina, entre todos ellos. Del trabajo de uno dependen los demás y es una cadena que tiene que estar muy cohesionada, porque si no te estás jugando la vida. Todo eso me parece muy interesante, como podía haber hablado del movimiento okupa o del movimiento insumiso. Me parece envidiable esa cohesión y es un poco lo que deberíamos aprender.

Enrique Villareal ZR.: El tema Caradura refleja una situación similar a la de nuestra sanidad actual. Si trasladamos la sanidad a la música y las listas de espera de los hospitales a los Festivales… ¿Quién sería digno merecedor del título de este tema?

E.V.: Uff… Joder… (Risas). Pues no lo sé… Para empezar, aquí hay mucho culpable, posiblemente, de que las cosas dentro del rock estén como están. No hay un circuito que permita que los grupos nuevos se den a conocer, que permita que alguien pueda vivir de esto. Yo me siento privilegiado en ese sentido y para mí es un lujo llevar la vida que llevo, haciendo lo que me gusta. Confundo las vacaciones con el trabajo, el placer con… en fin, es todo… y que no se me quite, ¿no? Pero es eso, para escuchar propuestas de grupos nuevos no hay un circuito donde puedan ir estas bandas y tocar delante de cien personas. Si te metes en una sala para 600 o para 800 y a ver, alquila eso… Hoy por hoy son cuatro los que se pueden permitir hacer eso. Si un grupo nuevo toca en el bar de debajo de tu casa, tampoco vas ya, o sea, que el público tampoco es que ayude mucho en este aspecto. Son muchas cosas. Las salas que hay tampoco es que ayuden mucho, porque termina el concierto y los de seguridad no veas de qué maneras te sacan a la gente. El precio de las cervezas está por las nubes y joder, si te cuesta encima un huevo la entrada… Es una locura… No sé a quién le pondría el título del tema, la verdad. Me voy a poner yo mismo, para no poner a nadie y sentirme también quizá culpable, por no presentarme a las elecciones de la SGAE y cambiar desde dentro el asunto. Pero joder, es que acabar como Teddy Flautista… no sería mi ejemplo más… (Risas).

ZR.: En cuanto al tema de las escasas ayudas en la música, El Drogas es uno de los tantos proyectos nuevos denominados “super grupos”, que ya parecen llevarlo “todo hecho” solo con los miembros que forman la banda, a modo de carta de presentación. ¿Por qué una banda nueva tiene tantos problemas para hacerse un hueco, pero gente como podáis ser tú mismo o Brigi, en este caso, tenéis “carta blanca”…? El hecho de haber tocado en festivales sin tener siquiera un disco en la calle, ¿Cómo se explica…?

E.V.: Para mí estas cosas son inexplicables… Es estar ahí e ir a dónde te llamen. En algunos sitios vas y te pagan lo que has pedido, en otros vas y te haces el bolo por la cara… A mí siempre me ha gustado tener ese equilibrio. Necesito irme a festivales como el Viña, como el Aupa Lumbreiras, como el EnVivo o el Extremúsika, para poder después jugarme ese caché cobrado, en hacerme dos o tres salas, que es lo que a nosotros nos gusta, sobre todo porque llevas un repertorio de casi tres horas y es lo que te apetece hacer. La gente paga una entrada, van a ver lo que quieren y tú se lo intentas ofrecer. Y no sé, yo trato de encontrar un poco de equilibrio en ese aspecto. Luego también te dicen que han ocupado unos pisos unas familias en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en tal y tal sitio. Bueno, pues vas y tocas por el pincho que te van a dar de longaniza y tan a gusto, vaya. Es buscar un equilibrio entre tu conciencia, el oficio y ser consciente de lo que hay. Por ejemplo en el caso de El Drogas, nos movemos once personas y es ya un grupo de gente amplio y no podemos ir por la causa a todos. Yo hay veces, que dependiendo de las situaciones, me voy con mi guitarra acústica yo solo y ya está. Creo que es así como tiene que ser…

ZR.: En el tema Vete a la mierda se habla, siempre supuestamente, del Ministro de Cultura actual, Wert. ¿Qué cambiaría, añadiría y eliminaría Enrique Villareal, si fuese nombrado Ministro de Cultura?

E.V.: ¡Joder! Yo lo primero que haría si fuese nombrado Ministro de Cultura, sería dimitir… Igual, hasta dimitía antes de ser nombrado (Risas). Y después, lo que haría sería una reunión con todos los maestros y maestras del país, simple y exclusivamente para escucharles. Así de claro. Para mí, la cultura es uno de los pilares más importantes… Una vez que el estómago está “lleno” de alguna manera, quiero decir, una vez cubiertas las necesidades de trabajo, porque no conozco a nadie que quiera vivir del aire, sino que a todos nos gusta estar activos, el tema de la educación es un pilar importante para poder sacar una sociedad adelante, para las relaciones ciudadanas entre los que habitamos no solo un barrio, sino una provincia, una región, un país, un continente o el mundo entero. Los maestros y maestras creo que tienen que estar mimados, que tenemos que escuchar sus problemáticas, porque ellos son realmente los que nos vayan a ir formando, de alguna manera. Yo no estoy de acuerdo con esta historia de la competitividad, las notas, tal… No estoy de acuerdo con que se dé anfetaminas a los hiperactivos para rebajarles la actividad, o sea, no puedes darle a un crío de 9 años una medicación, como se está haciendo ahora, para que esté en clase tranquilo, pero es que un profesor no puede tampoco tener a 40 alumnos en una clase. Yo soy muy partidario de esa visión que tuvo la Segunda República de alfabetizar al país, de crear escuelas a lo largo y ancho del país, de aquella figura del maestro y la maestra, de la red de bibliotecas que hicieron… Soy partidario de todo esto y soy, sobre todo, partidario de aprender. Pero no sería nunca Ministro, ¿eh? Cago en diez… (Risas).

Enrique Villareal ZR.: Ya en el tercer CD, Glam, nos encontramos con un tema llamado Ya no anochece igual. ¿Qué ha cambiado en los anocheceres de El Drogas con el paso del tiempo?

E.V.: Hombre, pues que ahora si me pilla la madrugada despierto, es porque he tenido insomnio, pero estoy en casa, bien escribiendo, bien leyendo, bien trabajando… entre botones haciendo maquetas, no como antes, que se vivía la calle e manera literal. Eso es lo que básicamente ha cambiado. Vivo la noche de otra manera y también me gusta.

ZR.: El tema No sería nada ¿A quién se lo dedicarías en el terreno musical? ¿Quién crees que te la podría dedicar a ti?

E.V.: En el terreno musical se lo dedicaría a toda la gente que de alguna manera ha aportado algo en mi oficio. A todos los que han ido pasando. A veces incluso hasta gente con la que no te has llevado bien, te ha enseñado. Sin ningún problema, a toda la gente que ha pasado por mi vida en ese aspecto, se la podría dedicar. Y ¿quién me la podría dedicar a mí? No lo sé… eso es algo que habría que preguntar por ahí , aunque es algo que tampoco me importa tanto.

ZR.: Para cerrar el tercer CD y el disco global, nos encontramos con Otros tragos, tema en el que aparece la frase […] Nos vamos a ir sin irnos […]. ¿Cómo se va uno sin irse…?

E.V.: Haciendo amago… como los políticos (Risas). No sé, nos vamos a ir sin irnos… me voy con la música a otra parte. Es decir, que te vas de un sitio concreto, pero no desapareces, sino que te vas a otra parte. Ese es un poco el juego que se quiere llevar a cabo. Sentirte como el Flautista de Hamelín, con todas las ratas detrás. Una manera de decir “Vámonos a liarla a otro sitio”. Eso es un poco lo que quiere reflejar. Dice también con el sexo humedecido, aludiendo un poco a un país tan católico donde se le tiene tanto miedo al cuerpo, tanto al propio como al ajeno, que es un poco esa manera transgresora de ver la vida y tan sencilla a la vez. No vamos a robar camiones de gran tonelaje… nos vamos a ir sin irnos, buscaremos otros tragos, que nos gusta el desacato, con el sexo humedecido… No quiere decir nada y a la vez puede ser un compendio de muchas cosas.

ZR.: Ya para ir terminando, ¿Cuáles son los planes de futuro más inmediatos de El Drogas en cuanto a conciertos?

E.V.: Empezamos la gira el sábado 15 de febrero en Madrid y a partir de ahí, hasta el mes de junio tenemos todos los fines de semana meneo, menos alguno que creo que hay libre en Semana Santa. Son tantos fines de semana seguidos, entre otras cosas, porque hago solamente un bolo por fin de semana. Hacemos tres horas de concierto y ya no puedo hacer dos seguidos, porque acabo destrozado, muerto… 54 años se notan… (Risas). Eso es ahora mismo lo principal, es poder disfrutar de los directos, porque somos todos animales de escenario. Llevamos preparando el repertorio desde que salió el disco, en noviembre y hasta ahora que vamos a empezar hemos hecho algunas cosas puntuales, pero es ahora cuando empieza todo y ya tenemos muchas ganas de arrancarnos.

ZR.: ¿Cómo lo veis, teniendo en cuenta las críticas que habéis ido recibiendo y lo que ha ido diciendo el público que ya os ha visto?

E.V.: Las críticas del trabajo, en general, han sido muy positivas. Es un trabajo que ha gustado y ha sorprendido, que para mí es importante. Es importante poder llegar a estas alturas de carrera y sacar un trabajo que sorprenda. Me pasó lo mismo con La tierra está sorda, No me gusta que venga alguien y me diga que qué bien suena el disco… Si, vale, el disco suena bien, pero ¿Y las canciones, qué te han parecido? Que haya sorprendido me parece interesante como para arrancar y ahora realmente llega la hora de la verdad, que es defenderlo en directo. Ahí veremos cómo responde la gente.

ZR.: Pues ahora sí, hasta aquí nuestra entrevista. Muchas gracias por atendernos y esperamos que vaya todo rodado en esta nueva etapa y con este nuevo proyecto.

E.V.: Gracias a vosotros. Ha estado bien, ¿No? ¡Un gusto!

(Fotos de Nuria López, excepto la última y la portada del disco)

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