Fue el pasado 8 de septiembre en la vecina ciudad de Toledo, un sábado con una constante amenaza de lluvias y el descanso estival agonizante. Un fin de semana complicado para organizar un bolo, pero que ZonaRuido tuvo la suerte de compartir con sus protagonistas, los madrileños Envidia Kotxina.
Para nosotros era una fecha especial, antes que nada por disfrutar de la banda desde el punto de vista preferente de los intríngulis de un concierto, pero, y no menos importante, por conocer de primera mano las bases de lo que será la gira mejicana que el grupo arranca esta misma semana. Para evitar suspicacias y no adelantar nada de lo que sus seguidores podrán disfrutar en los conciertos de la gira, no desvelaremos ni el setlist ni alguna de las sorpresas -que las habrá- que preparan para estos conciertos, baste decir que fuimos testigos del tremendo trabajo y ganas que le están poniendo. ¡Ahí queda eso!
17:00 h: local de ensayo
La jornada arranca temprano para un bolo programado inicialmente cerca de la media noche, pero se entiende en una banda de sus características: Envidia Kotxina son mucho más que una formación de cuatro músicos. A Ziku (guitarra y voces), Ángel (guitarra y voces), Txafas (bajo y coros) y Hugo (batería) les acompañan de continuo Bruno (manager), Mono (técnico de sonido) y Nuria (fotógrafa), y en esta ocasión además de nosotros se les suman Cristóbal (Bola nueve) y Ángeles (para atender el puesto del merchandising).
Que también por fechas es una cita especial lo comprobamos nada más entrar por la puerta del local de ensayo: Ángel termina sus vacaciones ese fin de semana, por lo que aparecerá directamente en el recinto del concierto y Cristóbal traerá la furgoneta junto con Bruno, razón por la que aparecen algo más tarde.
Estar con los Envidia, a los que conocemos desde hace tiempo, es siempre compartir una mezcla curiosa de nervios, sonrisas y mucho curro. Aún siendo un nombre relativamente grande en el panorama del rock nacional, no están exentos de las carreras y los ajustes de horarios. Es decir, no les llevan a tocar un bolo, les recogen y les dejan después en el hotel para descansar. A ellos les toca cargar, montar y desmontar como a todo hijo de vecino y no es raro que les toque abrir o cerrar un festival a horas intempestivas.
"Es un curro... la gente se cree que sólo es el rollo de tocar y tal, pero están detrás la carga y la descarga y (risas)... es muy duro. Para disfrutar ese rato en el que lo pasamos bien, hay que pegarse un curro que se disfruta poco." (Txafas)
Sin embargo, y debido a su carácter, los encuentros son más parecidos a una fiesta que a un compromiso laboral y no es raro, por ejemplo, ver a Ziku pinchando y jugando con sus compañeros o a Txafas arrancándote la sonrisa con un humor muy particular, un humor del que esa tarde hizo menos gala al sufrir la caída de una pantalla sobre el pie derecho que casi le amarga la tarde.
17:39 h: en ruta
Salimos en procesión hacia Toledo tres coches, entre personal, equipos y material de merchandising, en un trayecto que pasa rápido pero que se alarga más de la cuenta a la hora de localizar el recinto (restaurante La Gramola).
No miento si digo que damos varias vueltas a la misma rotonda, pero prefiero guardarme el tiempo y el número de veces. Para colmo por el camino empieza a chispear; mal presagio.
19:00 h: descarga y prueba se sonido
Por fortuna, el escenario y parte del recinto están resguardados bajo techo, con lo que no hay que temer por el concierto por mucho que la venta de entradas a estas horas sea tímida. Aún así, flota en el ambiente cierta incertidumbre por si una tormenta deja en casa a más público del conveniente. Entiendo que todos lo vemos así, pero no seremos nosotros quienes abramos la boca al respecto; al menos, el personal que organiza el bolo parece tranquilo.
De otra parte La Gramola es un lugar curioso para organizar un concierto, de hecho es un restaurante, con un añadido en la parte trasera dotado de escenario y en el que entra bastante gente. Ahora que la lluvia cesa (19:20 h), confiamos en vivir una gran noche.
El montaje y la prueba de sonido son quizás las partes más tediosas y de mayor responsabilidad para el equipo; para el Mono sin duda, pues de lo que haga ahora dependerá en gran medida cómo suene el concierto, pero incluso a Bruno se le exige hoy un esfuerzo mayor, al tener que suplir a Ángel en las pruebas por cuestiones del viaje. Y la cosa se alarga, menos mal que salimos con tiempo.
"No son muy porculeros, todo lo contrario. Se nota que vienen de donde vienen y han tocado en todo tipo de escenarios, de hecho en todas las okupas de Madrid. Son muy sufridos. Cuando hay equipo, hay equipo, pero cuando no lo hay pues no suena. Me respetan bastante." (Mono)
"En lo profesional es un tipo serio." (Ángel, respecto del Mono)
Dentro de Envidia, en general, no se aparca la sonrisa salvo en muy contadas ocasiones y la prueba de sonido es una de ellas. Sobre el escenario vemos ahora a unos músicos centrados en lo suyo, con el semblante recto y defendiendo, en definitiva, la profesión.
Y como si de un extraño juego de contrastes se tratara, en estos momentos en los que apenas se cruzan palabras se entiende mejor a Envidia Kotxina como a un equipo.
"Lo bueno de rular con Envidia es que casi nunca discutimos y hablamos de un grupo con el que llevo de socio unos seis años y tocando unos nueve." (Bruno)
La llegada de Ángel, que coincide con la puesta a punto de la parte técnica, inyecta una nueva sonrisa y, ahora sí, está todo listo para que en unas horas empiece el concierto.
21:05 h: el descanso
Y el mismo equipo al que antes entendíamos apenas sin hablarse, nos ofrece su otra cara en la cena. La de unos amigos sentados a la mesa, sin más protagonistas que las bromas y el buen rollo.
"Lo definiría como la vuelta al colegueo Kotxino, lo echaba de menos, ¡es así! A las cuatro de la tarde estaba a seiscientos kilómetros y ahora estoy aquí tan a gustito, como si no hubiera pasado el tiempo." (Ángel, respeto al primer concierto tras la vuelta de las vacaciones)
El viaje a México, en apenas un mes, no deja de estar presente sobre la mesa. Será una pequeña gira en la que tienen puestas muchas expectativas y sobre las que compartimos un rato muy entretenido de dudas y experiencias pasadas en su anterior viaje a Colombia.
23:30 h: backstage y concierto
Nos acercamos a la cuenta atrás y mientras vemos a los teloneros desde el backstage, estudiamos cada uno de los movimientos de los cuatro Kotxinos. Por trazar una línea diríamos que Ziku y Hugo, la última incorporación hace justo un año, esconden sus nervios a la perfección, mientras que Ángel y Txafas, son más transparentes en este sentido. No obstante, y como podéis observar en las imágenes, la línea es muy poco continua.
"Me aguantan ellos a mi más que nada (risas)". (Hugo, sobre el tiempo que lleva con el grupo)
"Lo llevo dentro, en la sangre, en la libertad que te da el vivir a tu puta bola; pero el lunes se acaba y vuelvo al tajo". (Ángel, sobre la experiencia de los directos)
Y el concierto comienza con bastante tiempo de retraso, cerca de la 1:45 h de la madrugada, frente a un público, como suele ser habitual en los conciertos de Envidia Kotxina, muy entregado y dispuesto a darlo todo desde los primeros acordes.
Por dar dos pinceladas del concierto y alumbrar un poco la gira sudamericana decir que en el repertorio hay suficiente representación de todos sus discos y que se ha ampliado un poco con respecto a lo que venían haciendo hasta ahora. En dos palabras: fuerza y garra.
"Es una ilusión a diario, después de veinte años y con las edades que tenemos -pasados los cuarenta-, salir un fin de semana a la aventura, sin estar en casa... Si no lo disfrutáramos de verdad, no soportaríamos el esfuerzo que esto supone; que hablamos de mucho curro y muchas veces con poca recompensa. Pero luego te encuentras con lo que nos llevamos de la gente, que sí que es una recompensa muy grande y eso es lo que de verdad nos gusta. Si realmente no nos motivara tocar, hace mucho tiempo que lo hubiéramos dejado, de verdad, estaríamos en casa, juntos también, pero jugando al parchís o... al tres en raya (risas)." (Ziku, sobre la experiencia de tocar)
EPÍLOGO, altas horas de la madrugada
Lo anterior sería un final muy bonito, pero sería faltar a la verdad, no señalar que apenas se quedaron en el recinto una vez acabó el concierto, por no alargar una vuelta que se demoró casi hasta las 5:30 h que llegaron al local.
El trabajo del músico tiene su lado romántico, pero es verdad que para la gran mayoría tiene esas partes oscuras que lo hacen humano y que es bueno que el público conozca y, por encima de todo, valore. Aún así, ellos no lo cambiarían, y no se nos ocurre una manera mejor para describir a Envidia Kotxina.
Que ustedes los disfruten en cualquier concierto.
- Jorge Jimenez, Nuria López