El tercer trabajo de los asturianos Desakato posiblemente sea uno de los más esperados por una buena parte del universo rock, sobre todo después del tremendo impacto causado con su anterior trabajo, una sorpresa para muchos que se acercaron por primera vez a este grupo. Y las expectativas eran realmente altas, como se podía apreciar en diversos foros y en bastantes conversaciones al respecto. Desakato vive en un proceso de efervescencia plena y en una trayectoria ascendente, y eso se nota.

Antes de nada, decir que este disco es bueno, realmente bueno. A muchos grupos ya les gustaría presentar un trabajo como éste, con una producción cuidadísima y que se nota en la atención puesto en todos los detalles, pero las expectativas que comentábamos antes lo lastran. Este trabajo no es algo que decepcione, sino todo lo contrario, es para escucharlo y disfrutarlo muchas veces, sobretodo en directo, donde Desakato da su mejor versión, pero da la impresión de que el grupo se halla en una encrucijada, ha llegado a una bifurcación en el camino y este disco parece reflejar esas dudas, si tirar por la izquierda, y evolucionar hacia otros estilos y formas de composición, o girar a la derecha y dejar los experimentos para otra ocasión.

Desakato ha ido abandonando poco a poco la presencia de vientos en sus composiciones, para finalmente terminar abandonándolas en este trabajo, motivado por la baja de Falu, pero que en cambio les permite utilizar otras herramientas para los arreglos, que le dan una textura diferente a las canciones, como se puede apreciar en Seguimos Vivos, que refleja esa aproximación a nuevas formas de expresarse, lo mismo que sucede con otros temas, donde el hardcore se hace mucho más presente, como en El último hombre, buena medida de hasta dónde pueden llegar, con un Pepo más enérgico que nunca. En cambio, vemos que otras canciones donde han buscado pisar un suelo más sólido y conocido, es el caso de Cuando salga el Sol o Sonrisa certera, que se enlazan con sus anteriores discos, más cercanos al rock urbano.

Las letras que nos presentan son claramente reivindicativas, con cierto punto de pesimismo, en muchos casos sobrias, y que ponen atención sobre los temas que les preocupan, y que realmente nos deberían preocupar, como se puede apreciar en El incendio, crítica hacia el sistema en el que vivimos y la esperanza por algo que lo haga cambiar, o Carta de un paria, que viene acompañada por la partitura con más influencias punk de todas.

En definitiva, un gran trabajo, que tal vez pudo ser más, con pistas para lo que nos encontraremos en el futuro, y que tiene un largo recorrido por delante. A disfrutarlo, que merece la pena.