Desde el año 2004 hasta marzo de 2012 ha pasado muchísimo tiempo y muchísimas cosas, casi como desde que me llegó el encargo de hacer la crítica de este disco hasta que comencé a escribir estas líneas.

“A Puñetazos con los Abrazos” llega como carta de presentación de esta vuelta a los escenarios de los riojanos Silencio Absoluto. Ya con la primera canción, de nombre homónimo al disco, podemos darnos cuenta de que han cambiado cosas, ya no hay saxofón, y en su lugar han introducido una segunda guitarra. Evidentemente, la diferencia en cuanto a sonido es más que obvia, pues las guitarras han ganado mucho en protagonismo, aunque Silencio Absoluto no ha perdido las bases clásicas del rock suave y poético de la primera etapa, vamos, que tampoco han evolucionado en Sepultura. En esta misma línea poética se mueve la segunda canción “Niña estate quieta”, llamadas a la luna, el mar, el cielo, las estrellas. Ya saben.

Antes decíamos que ha pasado mucho tiempo desde que los de Fuenmayor aparcaron su proyecto hasta que anunciaron su vuelta a la escena, y de eso precisamente va “A Lomos de un Rokanrol”, uno de los emblemas del disco, donde se hace un pequeño recopilatorio de las cosas que han pasado en este tiempo y a la trayectoria del grupo en su primera etapa. Y es que si me apuran lo único que no ha cambiado en todos estos años es Jordi Hurtado.

Con “Sin Parar” volvemos a las guitarras, de estas que sabes que en disco no suenan mal, pero que en directo tiene pinta de que lo va a partir, como efectivamente ocurre. “Pétalos en las trincheras” y “Delincuente de por vida” vuelven a mezclar un poco todo lo dicho antes, poesía, metáforas, guitarreo... Rock And Roll. De esta última me gustaría destacar una frase textual: “Me gusta ponerme a escuchar las canciones de siempre, rodearme de mi gente al charlar de madrugada”, que llevándola al contexto actual y como seguidor del grupo, no puedo evitar acordarme de los que un día estuvieron arriba en el escenario pero que ya no están.

Uno de los puntos más animados del disco llega en “Que te luzca siempre una sonrisa”, que si bien en cuanto a temática no se aleja demasiado de sus predecesoras, si que tiene unos ritmos mucho más animados y rápidos que pueden dar para marcarse unos bailecillos. En “En la jaula del descuido” se mantienen estos ritmos más movidos anteriormente comentados, con referencia incluida a uno de las bandas que más ha marcado a toda una generación, Extremoduro.

La novena canción del disco, “La habana vieja”, da el puntito exótico del disco, si bien no se perciben ritmos caribeños en la canción, si que se desvía un poco del rumbo para darnos otra visión de la capital cubana.

Cuando ya se divisa el final del disco llega “La espuma de los días” volviendo a retomar el sonido más clásico de los Silencio Absoluto, rock and roll puro y duro. Por último y como colofón a estos once temas, “Moraleja de una alegoría”, que cumple perfectamente su papel como cierre alejándose un poco de la línea llevada durante todo el álbum introduciendo otros tipo de sonidos como ciertos coqueteos con el ska que hasta ahora no se habían dejado ver.

A Puñetazos con los Abrazos es básicamente un disco de Rock And Roll, no pretende ser otra cosa, pues es lo que el grupo sabe hacer y lo hace muy bien. Silencio Absoluto ha sabido darse un lavado de cara con este disco de regreso pero sin renunciar a la esencia con la que se ganó el corazón de muchos hace ya casi una década, y es que como decía el tango, “ocho años no son nada”, y aunque han cambiado algunas cosas, la esencia sigue estando ahí.