Más de nueve años después de la separación de La Polla y tras cuatro discos en estudio, vuelve el Gatillazo de Evaristo, o lo que es lo mismo, su proyecto posterior -que no del todo continuista- a aquel capitulo fundamental en la música de este país. Quién iba a decir entonces, con las cenizas de LPR aún calientes, y después de sendos discos con The Kagas y The Meas, que Gatillazo se convertiría en un proyecto tan solvente y firme como lo es a día de hoy.

Y aquí está, tan ácido, enérgico, deslenguado, irónico, punzante, acertado, descarado e hiriente como siempre, por mucho que Siglo XXI naciera con un enorme hándicap: Sangre y mierda. Para qué negarlo, la banda de entonces daba el paso más importante de toda su trayectoria: sonar a sí mismos, ni a LPR ni a uno de sus tantos covers, sólo a Gatillazo, que ya es decir. Con esta premisa y las buenísimas canciones del disco, a este Siglo XXI lo iba a comparar de primeras todo hijo de vecino con el anterior. El resultado, positivo, seguro, pero algo tímido en el avance hacía horizontes más amplios.

Gatillazo se recrea con este disco en su forma de entender el punk. Rapidito, con bases contundentes, -hardcore en ocasiones-, con el brillo en los textos de Evaristo y un apoyo musical firme, que destaca en temas como “La última patada” o “Los chicos están bailando”. Tampoco han perdido un ápice de su desparpajo a la hora de crear himnos y temas imprescindibles en cualquier directo “Es el odio” -qué bien manejan la fórmula-.

Podríamos dedicar un desglose exhaustivo de los mensajes del disco, pero qué decirles, llevo años siguiendo a Evaristo y sé del inmenso placer que es sentarte a descubrirlo por uno mismo. Sólo un avance: el sentido del humor socarrón marca de la casa y algún que otro giro a los temas habituales “Otra canción para la policía”...

En definitiva, Siglo XXI es un buen disco de punk, el de una formación hecha y derecha, con el sello inconfundible de Evaristo y de rabiosa actualidad en los tiempos que corren. A disfrutarlo.