- 25-06-2013

1-Calma quisiera 2-La libertad se va a cagar 3-Es mucho pan para un jornal 4-La alameda 5-Lejos 6-Tu aliento 7-No he visto a Dios 8-La humanidad apesta 9-Se hunden 10-Mal agüero 11-El dÃa que nos dejamos 12-Respirar 13-No me conoces 14-Sin dirección 15-El cártel del papeo 16-La fiesta de los estómagos vacÃos
- El Ultimo Ke Zierre
- «La rutina del miedo»
- Diciembre de 2012
- (Santo Grial Records)
Una de las bandas de punk rock más punteras del país, El Último Ke Zierre, tiene nuevo disco en la calle, La rutina del miedo. Grabado en los estudios WZ de Borriol (Castellón) por Sam Ferrer y Kike Barberá, el trabajo es ampliamente generoso tanto en pistas como en la duración global (a tenor de lo que se está viendo en 2013): 16 temas y 50 minutos. Durante el mismo, se confirma la línea sonora menos ruda hacia la que va virando poco a poco la banda, aunque se mantiene esa visión miserable del mundo, de las relaciones humanas y del individuo.
Empieza en plan introspectivo, apacible... La guitarra monopoliza el momento. Y es que el título el primer tema es Calma quisiera. El deseo cobra sentido cuando las eléctricas y la voz de Rober ‘El Feo’, alternandose riff y fraseo, hacen acto de aparición; dotan de otro tono al tema. La unión nos trae un ritmo lento, acorde al temática que trata: “Me da lo mismo quién gobierne, ése joderá mi vida [...] veo el cinismo en las miradas de esos que nos piden calma”. EUKZ nos muestra el laberinto que es el sistema, una mentira a voces imposible de revertir. Hastío, impotencia y, cómo no, miedo es lo que viene a la mente. Le sigue La libertad se va a cagar, el tema más potente de La rutina del miedo, 100% EUKZ, contundente, rápido y crítico con el esclavismo hacia el que aparentemente se encamina la sociedad.
Retrospectivos se tornan en Es mucho pan para un jornal, una mirada hacia épocas de precariedad, y a su vez un homenaje a la figura de la mujer cabeza de familia, la piedra angular de un sistema sin cimientos sólidos. Igual de sentida es La alameda, una de esas canciones tan características del grupo que transmiten un amor basado en el ímpetu y el ansia sexual: “Nos revolcamos como animales”; pero también en la imposibilidad del mismo. A caballo entre el tedio inicial y la euforia posterior aparece Lejos, una huida hacia la salida más fácil, “el mal trago”, a la espera de un milagro azaroso, la “escalera de corazones”. Como última salida, Tu aliento, donde bajo el tamiz de la despedida se abre la puerta a la parca. Corte rockero que en ocasiones retrotrae al Extremoduro de los 90, sobre todo por la voz rasgada con puntos agudos de Rober.
En la clara intención de desmitificar el ‘statu quo’, la banda también apunta a uno de los pilares básicos del Estado, la religión. No he visto a Dios pretende echar por tierra toda creencia con argumentos que nieguen directamente la mayor. Y de paso, palo al congregante por vivir “de espaldas a la verdad”. La humanidad apesta ofrece otro registro, a caballo entre el punk y el metal. El último ke zierre se fortalece para endurecer la crítica, un discurso bruto, directo y sin tapujos. En la misma línea discursiva que el primer corte, pero desde una producción con carácter romántico, tenemos Se hunden. Rock urbano que destila aflicción y decepción, pero ante todo, “fracaso”.
El corte diez y el once establecen un peculiar contraste. La primera, Mal agüero, ofrece punk rock sin pretensiones, melódico a la par que bailable; la segunda, El día que nos dejamos, es la balada de La rutina del miedo: desamor, rechazo...una vez más, la presencia del fracaso. Respira recupera de forma indirecta la temática mortuoria. Aunque aboga por una visión vital; sobreponerse a la funesta noticia y “respirar”. Los cortes trece y catorce, No me conoces y Sin dirección respectivamente, se establecen como un bloque, el de temas que definen al personaje que es el grupo, lo que viene a ser el retrato de la personalidad tras la banda: alguien distante, que desconfía de sí mismo, de dudosa catadura moral, solitario y errante... En gran parte, quien -o lo que- tiene la culpa del éxito de la banda, carisma lo llaman.
El disco remata con una cuestión de vital importancia y de gran calado social, la hambruna. El cártel del papeo -interesante nombre por la carga de su contenido- hace referencia al negocio implantado a través de las desigualdades: “si hubiera para todos dejaría de ganar”. La fiesta de los estómagos vacíos repara en la vida de quienes controlan el negocio, aunque con lugar a la réplica. Tanto estas dos últimas canciones como todo lo que es el tercio final del disco destaca por melodías más dulces, carentes de la rabia típica del grupo. Aunque ello no significa que carezcan de calidad. Es otro estilo.
Un trabajo completo, con diferentes vertientes para los heterogéneos seguidores de la banda. Cercano a los problemas sociales pero también anclado en el eje que hizo en su día que ascendieran, una visión fatídica, abrumadora y vulgar de la vida. Y con exquisitez.