CRÓNICA: Los Petersellers en Madrid (Diciembre de 2011)

Los Petersellers en Madrid (Diciembre de 2011) Moby Dick
Madrid

28 de Diciembre de 2011

Navidad, ay la Navidad. Esta época del año si se caracteriza por algo es por su carácter ritual, pocos concebimos estas fechas sin el discurso del rey, el cuñado borracho en Nochebuena, la cabalgata de reyes o las horripilantes películas de Tim Allen. Hay quienes incluso echamos de menos la capa de Ramón García en las campanadas, no así los escalofriantes escotes de la Obregón.

Bueno, a lo que íbamos, en esta época de tradiciones no podía pasarse por alto el ya mítico concierto navideño que ofrecen el 28 de diciembre los Petersellers en la madrileña sala Moby Dick y que este año alcanzaba la nisesabegésima edición. (Otro día habría que pararse a analizar lo macabro de gastar bromitas el día que se supone se homenajea la muerte de niños pequeños y bebés)
Con estricta impuntualidad se subían el cuarteto más irreverente del Madrid conocido. Disfrazados para la ocasión hacían su aparición Míster Trócolo (Monja y Batería), Riche Norris (Chinorri y Bajo), Dr. Shecter (Superman y Guitarra) y Don Bigotes (Batman y voz). Por cierto, que nadie se crea que los disfraces eran de baratillo, nada de eso, se pudo confirmar que por lo menos las vestimentas de Shecter y Bigotes eran lujosa moda italiana, concretamente de Marco Pacchetti. Era el momento de tomar al asalto el altillo del timonel, dispuestos a llevarnos de viaje en forma de canciones, cánticos, tonadas, y otros sonidos difíciles de catalogar.
Comenzaba, como no podía ser de otra manera, con lo más parecido a una carta de presentación, Somos los Petersellers. Los Petersellers en Madrid (Diciembre de 2011)Dejando claro de primeras quienes son, y el rollo que llevan, seguidamente se rendiría tributo a otro glorioso cuarteto, concretamente de Nueva York, Homenaje a los Ramones. El show había comenzado. A este frenético comienzo le siguieron Si es gratis (ponme un vino antes de echarme a la calle), o la coreada Intelectual, aunando lo que le gusta y desagrada a sus fans, el alcohol, lo gratuito, y los enteradillos
Era el momento de viajar por el mundo empezando por el continente asiático, advirtiendo antes de los riesgos de tomar chinos, el MieDo Me Da y otras drogas de malvivir, Super–Disco-Chino, Nunchakus, un pequeño desvío por la bella Italia con Dejeme Mangiare y visita al país del sol naciente de la mano de Heidi, Abuelito dime tú, destacando que parte de la canción fue en japonés, ¡cómo debe de ser!
Quedaba todavía algún otro viaje, eso sí, uno un poco más así, Como me pones María, para ya dar rienda suelta al libertinaje, Manolo es gay. Tanto vicio es normal que abra el apetito, ojo sólo el apetito, y que mejor que irse a comer un lechón De Segovia al ritmo de Hit the road Jack.
Estuviésemos preparados o no, era el momento de la primera intervención del camarada Pacheco, amiguete y colaborador habitual en peterconciertos se lanzó con un clásico de doña Raffaela Carrá, Qué dolor, y no sólo eso, sino que lo culminó lanzándose al público que lo llevó en volandas como buena estrella del rock. Tras la intervención de Pacheco sonaban ya los primeros cánticos organizados reclamando a ese hombre, Monigote, antiguo cantante del grupo que tuvo que dejarlo, pero no del todo, ya que a veces sí que participa de los conciertos interpretando algunos temas. Este impasse espoleó a Don Bigotes que ante la afrenta de Pacheco y las consignas del respetable decidió dar el todo por el todo. En Custeau no Los Petersellers en Madrid (Diciembre de 2011)quiso ser menos y también gozó de los tocamientos del público al tirarse a ellos.
Momentos épicos (porque seguro que quedarían bien si los cantara una señora de estas con túnica) con No soy tu héroe, o Gel (para mi piel). Hey, que estábamos en navidad, pues tendría que sonar algún villancico, ¿no? Pues vaya que sí, se arrancaron con El Tamborilero, pero no como Rafael del Silencio, sino masticando tachuelas y al ritmo de Child in Time de Deep Purple, villancicos con baladas de hard rock, mola. En la carrera de Petersellers son varias las personas individuales a las que se les rinde pleitesía, como el gran Nikki Lauda, batería a una sola mano incluida. O el guerrero, el poderoso, el justiciero, el setentero e inconfundible Mazinger Z, y bueno ya que estábamos otra vez en ronda infantil, era hora de jugar a Churro, media manga, manga entera.
Pero vale ya de tonterías, ante la evidente pérdida de rumbo al ritmo de tontuna que iba teniendo el concierto, tuvo el gran Pacheco que volver a las tablas a hacer otro tema, que sino los chicos se le despistan. Amore fue esta vez, habría que estudiar que tiene este hombre con el país transalpino, amago de volver a saltar al público, pero se quedó en eso, se ve que el primero no le gustó. De incomprendido a incomprendido y tiro porque me toca, Planeta Azul, ese tema con el que los Peter se presentaron al prestigioso festival de Eurovisión, y que si no hubiese sido por una conspiración judeo-masónica-portuguesa entre miembros del jurado, votantes anónimos y demás gente impresentable, habría llevado a nuestros héroes a tamaño evento en el que sin duda alguna hubieran resultado gloriosamente victoriosos. Habitualmente en un concierto podemos ver solos de guitarra, solos de batería e incluso en alguno un poco raro, solos de bajo, en los Petersellers no, aquí tenemos solos de cuerpo, hipnóticos movimientos corporales al ritmo de Viki el Vikingo, sí, cosas que pasan. El concierto seguía y con él la lucha de egos. Dr Shecter no podía ser menos que Don Bigotes, y también quiso lanzarse al enfervorizado público para que éstos igualmente pudieran gozar del placer de acariciar su espalda empapada de sudor y quién sabe que otras partes de su cuerpo de pecado.
Los Petersellers en Madrid (Diciembre de 2011)Y esto que seguía, Ultraviolencia, con ese recopilatorio de artes de lucha del hemisferio oriental. Para dar paso a un corto pero muy bien merecido descanso una de sus canciones más emblemáticas y coreadas, Indeleble, una historia de amor intergeneracional al ritmo de los Village People.
Gritos, improperios, falsas promesas y carreras al baño o la barra se vivieron durante el breve periodo de descanso que nos conducía a los clásicos bises. Le sentó bien al grupo refrescarse o hacer vayaustedasaberqué en el Paquesteis, porque volvieron con ganas de mambo, bueno, más bien de Bacalao, pues un ámago de La tía Enriqueta de Chimo Bayo sirvió de entradilla a uno de los pocos ritmos que quedaban por explorar esa noche, Pastis, ya saben me he comido un cacho más grande que un pistacho, me he comido un trozo más grande que un bizcocho. Una vez todos perfectamente colocados, listos y en mayor o menor medida desfogados, había que tener presente a la Diosa, Uma Thurman (me toca la banana), realmente se merece un ático en la castellana (situada a pocos metros del lugar del concierto), pero la economía no da para tanto y una canción también es algo bonito.
En un concierto navideño sin Monigote, había mucha gente que se estaba poniendo tremendamente nerviosa porque se acababa el show y no había hecho acto de presencia el quinto miembro de la banda, el Casiotone, que con sus frenéticos ritmos, su acoplamiento, y por qué no decirlo, su sola presencia, daba sentido a una canción que le pega mucho al grupo Dadada.
El final estaba muy cerca, a la vuelta de la esquina, como los reyes magos la noche del 5 de enero. Llegaba la última canción del recital, dedicada al querido Monigote que no había podido estar esa noche. No podía ser otra, es el himno que todos los fans de los petersellers cantan en armonía, unos junto a otros abrazados se conozcan o no, era la Petercanción. Una Petercanción más petercanción que nunca. Por última vez Don Bigotes puso a prueba la paciencia y el buen hacer del personal del sonido, agarrando el micrófono y con un larguísimo cable recorrer la sala hasta el fondo para que todos los asistentes pudieran participar activa y colectivamente del espectáculo como si de enfervorecidas devotas de la virgen de la anunciación se tratara. Y así acabado el concierto las mismas voces que hacía un rato pedían a Monigote y Los Petersellers en Madrid (Diciembre de 2011)ahora caían rendidas ante el carisma y el fantástico hacer de Don Bigote.
Fueron unas dos horas y cuarto de concierto y 28 canciones las que se disfrutaron y corearon en la sala Moby Dick de Madrid, ahí es nada. Evidentemente faltaron algunas cosas, principalmente Monigote, alguna referencia a Netol, y podríamos ponernos a discutir sobre si hubiese sido mejor tocar esta canción en vez de esta otra, pero todo sería fútil, y nos alejaría del grandioso espectáculo vivido y ante el que no queda otra cosa que aplaudir, aplaudir mucho y estar en deuda con esos cuatro señores que se subieron al escenario.
Está empezando el año y es época de buenos deseos y propuestas, hay muchos, pero uno de ellos debe de ser que todo el mundo pueda disfrutar en algún momento de este grupo y que pese a no prodigarse demasiado lo hagan tan bien cada vez.
Porque los Petersellers son algo más que un grupo.

Navidad, ay la Navidad. Esta época del año si se caracteriza por algo es por su carácter ritual, pocos concebimos estas fechas sin el discurso del rey, el cuñado borracho en Nochebuena, la cabalgata de reyes o las horripilantes películas de Tim Allen. Hay quienes incluso echamos de menos la capa de Ramón García en las campanadas, no así los escalofriantes escotes de la Obregón.
Bueno, a lo que íbamos, en esta época de tradiciones no podía pasarse por alto el ya mítico concierto navideño que ofrecen el 28 de diciembre los Petersellers en la madrileña sala Moby Dick y que este año alcanzaba la nisesabegésima edición. (Otro día habría que pararse a analizar lo macabro de gastar bromitas el día que se supone se homenajea la muerte de niños pequeños y bebés)
Con estricta impuntualidad se subían el cuarteto más irreverente del Madrid conocido. Disfrazados para la ocasión hacían su aparición Míster Trócolo (Monja y Batería), Riche Norris (Chinorri y Bajo), Dr. Shecter (Superman y Guitarra) y Don Bigotes (Batman y voz). Por cierto, que nadie se crea que los disfraces eran de baratillo, nada de eso, se pudo confirmar que por lo menos las vestimentas de Shecter y Bigotes eran lujosa moda italiana, concretamente de Marco Pacchetti. Era el momento de tomar al asalto el altillo del timonel, dispuestos a llevarnos de viaje en forma de canciones, cánticos, tonadas, y otros sonidos difíciles de catalogar.
Comenzaba, como no podía ser de otra manera, con lo más parecido a una carta de presentación, Somos los Petersellers. Dejando claro de primeras quienes son, y el rollo que llevan, seguidamente se rendiría tributo a otro glorioso cuarteto, concretamente de Nueva York, Homenaje a los Ramones. El show había comenzado. A este frenético comienzo le siguieron Si es gratis (ponme un vino antes de echarme a la calle), o la coreada Intelectual, aunando lo que le gusta y desagrada a sus fans, el alcohol, lo gratuito, y los enteradillos
Era el momento de viajar por el mundo empezando por el continente asiático, advirtiendo antes de los riesgos de tomar chinos, el MieDo Me Da y otras drogas de malvivir, Super–Disco-Chino, Nunchakus, un pequeño desvío por la bella Italia con Dejeme Mangiare y visita al país del sol naciente de la mano de Heidi, Abuelito dime tú, destacando que parte de la canción fue en japonés, ¡cómo debe de ser!
Quedaba todavía algún otro viaje, eso sí, uno un poco más así, Como me pones María, para ya dar rienda suelta al libertinaje, Manolo es gay. Tanto vicio es normal que abra el apetito, ojo sólo el apetito, y que mejor que irse a comer un lechón De Segovia al ritmo de Hit the road Jack.
Estuviésemos preparados o no, era el momento de la primera intervención del camarada Pacheco, amiguete y colaborador habitual en peterconciertos se lanzó con un clásico de doña Raffaela Carrá, Qué dolor, y no sólo eso, sino que lo culminó lanzándose al público que lo llevó en volandas como buena estrella del rock. Tras la intervención de Pacheco sonaban ya los primeros cánticos organizados reclamando a ese hombre, Monigote, antiguo cantante del grupo que tuvo que dejarlo, pero no del todo, ya que a veces sí que participa de los conciertos interpretando algunos temas. Este impasse espoleó a Don Bigotes que ante la afrenta de Pacheco y las consignas del respetable decidió dar el todo por el todo. En Custeau no quiso ser menos y también gozó de los tocamientos del público al tirarse a ellos.
Momentos épicos (porque seguro que quedarían bien si los cantara una señora de estas con túnica) con No soy tu héroe, o Gel (para mi piel). Hey, que estábamos en navidad, pues tendría que sonar algún villancico, ¿no? Pues vaya que sí, se arrancaron con El Tamborilero, pero no como Rafael del Silencio, sino masticando tachuelas y al ritmo de Child in Time de Deep Purple, villancicos con baladas de hard rock, mola. En la carrera de Petersellers son varias las personas individuales a las que se les rinde pleitesía, como el gran Nikki Lauda, batería a una sola mano incluida. O el guerrero, el poderoso, el justiciero, el setentero e inconfundible Mazinger Z, y bueno ya que estábamos otra vez en ronda infantil, era hora de jugar a Churro, media manga, manga entera.
Pero vale ya de tonterías, ante la evidente pérdida de rumbo al ritmo de tontuna que iba teniendo el concierto, tuvo el gran Pacheco que volver a las tablas a hacer otro tema, que sino los chicos se le despistan. Amore fue esta vez, habría que estudiar que tiene este hombre con el país transalpino, amago de volver a saltar al público, pero se quedó en eso, se ve que el primero no le gustó. De incomprendido a incomprendido y tiro porque me toca, Planeta Azul, ese tema con el que los Peter se presentaron al prestigioso festival de Eurovisión, y que si no hubiese sido por una conspiración judeo-masónica-portuguesa entre miembros del jurado, votantes anónimos y demás gente impresentable, habría llevado a nuestros héroes a tamaño evento en el que sin duda alguna hubieran resultado gloriosamente victoriosos. Habitualmente en un concierto podemos ver solos de guitarra, solos de batería e incluso en alguno un poco raro, solos de bajo, en los Petersellers no, aquí tenemos solos de cuerpo, hipnóticos movimientos corporales al ritmo de Viki el Vikingo, sí, cosas que pasan. El concierto seguía y con él la lucha de egos. Dr Shecter no podía ser menos que Don Bigotes, y también quiso lanzarse al enfervorizado público para que éstos igualmente pudieran gozar del placer de acariciar su espalda empapada de sudor y quién sabe que otras partes de su cuerpo de pecado.
Y esto que seguía, Ultraviolencia, con ese recopilatorio de artes de lucha del hemisferio oriental. Para dar paso a un corto pero muy bien merecido descanso una de sus canciones más emblemáticas y coreadas, Indeleble, una historia de amor intergeneracional al ritmo de los Village People.
Gritos, improperios, falsas promesas y carreras al baño o la barra se vivieron durante el breve periodo de descanso que nos conducía a los clásicos bises. Le sentó bien al grupo refrescarse o hacer vayaustedasaberqué en el Paquesteis, porque volvieron con ganas de mambo, bueno, más bien de Bacalao, pues un ámago de La tía Enriqueta de Chimo Bayo sirvió de entradilla a uno de los pocos ritmos que quedaban por explorar esa noche, Pastis, ya saben me he comido un cacho más grande que un pistacho, me he comido un trozo más grande que un bizcocho. Una vez todos perfectamente colocados, listos y en mayor o menor medida desfogados, había que tener presente a la Diosa, Uma Thurman (me toca la banana), realmente se merece un ático en la castellana (situada a pocos metros del lugar del concierto), pero la economía no da para tanto y una canción también es algo bonito.
En un concierto navideño sin Monigote, había mucha gente que se estaba poniendo tremendamente nerviosa porque se acababa el show y no había hecho acto de presencia el quinto miembro de la banda, el Casiotone, que con sus frenéticos ritmos, su acoplamiento, y por qué no decirlo, su sola presencia, daba sentido a una canción que le pega mucho al grupo Dadada.
El final estaba muy cerca, a la vuelta de la esquina, como los reyes magos la noche del 5 de enero. Llegaba la última canción del recital, dedicada al querido Monigote que no había podido estar esa noche. No podía ser otra, es el himno que todos los fans de los petersellers cantan en armonía, unos junto a otros abrazados se conozcan o no, era la Petercanción. Una Petercanción más petercanción que nunca. Por última vez Don Bigotes puso a prueba la paciencia y el buen hacer del personal del sonido, agarrando el micrófono y con un larguísimo cable recorrer la sala hasta el fondo para que todos los asistentes pudieran participar activa y colectivamente del espectáculo como si de enfervorecidas devotas de la virgen de la anunciación se tratara. Y así acabado el concierto las mismas voces que hacía un rato pedían a Monigote y ahora caían rendidas ante el carisma y el fantástico hacer de Don Bigote.
Fueron unas dos horas y cuarto de concierto y 28 canciones las que se disfrutaron y corearon en la sala Moby Dick de Madrid, ahí es nada. Evidentemente faltaron algunas cosas, principalmente Monigote, alguna referencia a Netol, y podríamos ponernos a discutir sobre si hubiese sido mejor tocar esta canción en vez de esta otra, pero todo sería fútil, y nos alejaría del grandioso espectáculo vivido y ante el que no queda otra cosa que aplaudir, aplaudir mucho y estar en deuda con esos cuatro señores que se subieron al escenario.
Está empezando el año y es época de buenos deseos y propuestas, hay muchos, pero uno de ellos debe de ser que todo el mundo pueda disfrutar en algún momento de este grupo y que pese a no prodigarse demasiado lo hagan tan bien cada vez.
Porque los Petersellers son algo más que un grupo.
  • Mito-Los Petersellers
  • Raul Ortega

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