El espectáculo del 17 de marzo en El Demonio Borratxo fue el mejor concierto que he vivido en mucho tiempo, y eso en un año en el que hasta te alegras de vivir en madrizzz porque les ha dado a todas las bandas clamorosas por no dejar de copar cualquier rincón donde quepan los trastos... que hasta los grupos epitaphwreckeros nos hacen caso y paran por aquí. Y no ha sido este el concierto con mejor exhibición técnica, ni el más largo, ni el único planazo para una noche de sábado que contaba, entre otros, con La Cosa Del Pantano, Todo o Nada y Vecchias, ni el más exclusivo, ni el más anunciado. Simplemente ha sido EL concierto; y aunque no encuentro cómo definir el baremo para catalogarlo así, puedo decirte que solo hay que ir a un directo de Perra Vieja para entender a qué me refiero.
El lugar era agradable por cómo está ambientado, por la gente y especialmente por la música -¿Hace cuánto no oímos Eskorbuto en un bar de la ciudad?- y ya había ganas de conocerlo, así que a la hora y pico de espera que ya parece de rigor para cualquier concierto en sala madrileña, se pasó volando. Yocasta empezaron a tocar sobre las 23h, con un auditorio intrigado porque ellas mismas comentaban en las cañas previas que su estilo era bien distinto al del grupo anfitrión. Las ganas de volver a ver a Perra Vieja de quienes nos acercamos hasta San Fernando de Henares eran bastante irrefrenables, pero Yocasta nos encandilaron de tal manera que después de bailar, sorprendernos y sonreir con ellas, no pudimos sino pedir bises, aunque las muy nada castas no los concedieron. Así nos dejaron las ganas de volver a disfrutarlas en cuanto tengamos oportunidad.
Y es que el repertorio de Yocasta no es especialmente extenso porque se conocen desde hace solo unos meses. A pesar de su corta vida, ya exhiben una compenetración ejemplar y una naturalidad encima del escenario que hace cómplice de su akelarre protopunk a cualquiera. Con sus letras en inglés y su actitud, en una primera impresión podían recordar a sus coetáneas The Coathangers; según fueron mostrando su práctica experimental, venían a la cabeza nombres neoyorquinos de finales de los 70' como UT, Bush Tetras, Theoretical Girls o The Erasers, especialmente como referencia sensitiva, creando sobre todo atmósferas difíciles de describir una vez sales, por mucha resaca emocional que dejen.
Intercambiaban la percusión, las teclas, las cuerdas y los micrófonos con tanta asiduidad que a veces no sabían dónde colocarse. Pues se paraban y lo hablaban, ale! Y es que un concierto no tiene por qué ser una prueba a superar, cosa que no depende solo de que el público deje de ir de examinador por la vida, sino también de que el grupo esté en confianza con el resto y quieran disfrutar en común. Eso hicieron ellas cinco, tal como sus compañeras de cartel, que también ofrecerían la misma actitud, empezando por usar el micro cada vez que les salía del coño entre canción y canción, ya fuera para agradecer el sonido a Iban-Ardatxo, o para saludar a colegas, para tirar de humor absurdo porque unos chistes nunca amargan a nadie, o para demostrarnos de corazón un amor por la vida que te penetraba al alma.
Que no sigan las dinámicas profesionales es la prueba de que se toman la diversión muy en serio. Debe ser porque nunca pusieron el proyecto musical por encima de otra prioridad en la vida, sino que es parte tan relevante como el resto y, por lo tanto, lo es mucho, que quienes participan en movimientos sociales bien saben que estas mujeres dan importancia a las acciones que de verdad la tienen, esas que no dejan mucha opción al relativismo y que nos afectan a todo el mundo, y cuando hace falta se dejan la piel en las calles, como hacen en el escenario. Y aquí siguen, “cada vez más seguras, cómplices, sabiendo que es lo justo” que diría Accidente, así que, en coherencia atienden su música sin ataduras, despegándose etiquetas, sin límites a los que ceñir sus ganas de protestar y pasarlo bien. Porque, como explican sus letras, “el coraje no conoce a la apariencia”. La fórmula sin receta que acaba resultando clave de la creatividad.
Perra Vieja iniciaron el proyecto en 2007, con participación de varias vocalistas, guitarristas y bajistas, manteniendo desde el principio a Dilia en voz y guitarra (de los grupos tinerfeños Tueste natural y Eider) y a Noe en batería y voz, que serían las dos integrantes de la formación que empezara a actuar en directo en 2008 junto a Ainhoa (música del grupo acústico Despaldas Al Patriarcado), también en guitarra y voz. Tocaron dondequiera que solicitasen su aportación a causas que lo merecieran, hasta finales de 2010, momento en el que dejaron a cualquier encuentro feminista un poquito nostálgico en ruido. Un año después, vuelven a juntarse buscando guitarrista para que Ainhoa se pueda centrar en el micrófono, y bajista para completar el grupo. Y hace un par de meses recibieron como merecido regalo a Ana, la compa intrépida que no dudó en colgarse el bajo y aprender a una velocidad tan impactante como el gesto de felicidad que tuvo durante todo el concierto, y a Emilie, música de conservatorio y como sus compañeras un encanto de persona, que termina de rellenar las canciones hasta dejarlas redondas, también por el doble pedal que incorpora Noe, una mujer que al parecer nació con muelles en los pies ¡Que ni una turmix reproduce tantas vibraciones, por todas las diosas!
Actuaron bien coordinadas para los poquitos días que han podido ensayar con la nueva formación y si antes ya te dejaban con un impacto en el cuerpo propio del negro de S.A., ahora el golpe anímico es tan completo que se te sale por los poros. Un volcán en erupción parecía esa sala.
Y es que resulta muy gratificante, porque últimamente se echa en falta actitud en el punk (Se echa en falta en general, claro, pero advertir esta carencia en el punk da hasta miedito); Cada vez accedemos a más música y es cada vez menos contestataria, en un reflejo de una cultura descafeinada, de discursos recuperados por el sistema y rumiados con envolturas de ostentosos plásticos que contienen materias inofensivas. Pero como nos sugería Lágrimas y Rabia, “Okupad casas, formad bandas; El punk es más que una moda” y aún hay grupos conscientes. Así que quienes sintieran que algo moría cuando Rabia Positiva lo dejaron, pueden volver a ilusionarse. Perra Vieja recobran el mismo espíritu, con canciones que nos animan a no olvidarnos de la gente y a la vez a mirarnos dentro, a enfrentar miedos, a romper con lo que nos impide ser como nos de la gana, a no destruirnos. Parece hasta fácil si las tenemos al lado, impulsándonos la voluntad.
Si ya apuntaron los 7 Seconds que el Hardcore “Is Not Just Boys Fun”, a estas alturas podríamos ya ir dejando de hacer esfuerzos por desvirtuarlo, quitar el granito de arena de las actitudes que tenemos interiorizadas, condescendientes, pasivas, muchas veces cómodas y tantas otras malintencionadas, en una escena que se supone en beneficio del apoyo mutuo, la diversión compartida y la lucha por mejorar.
Todo apunta a que estas chicas darán que hablar, y es que tienen mucho que decir. Si te gusta el punk, espero que puedas vivir uno de sus directos en algún momento. Seguro que lo agradeces.